23 de julio de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

Evolución

Yosvani Anzardo Hernández

HOLGUÍN, Cuba, julio (www.cubanet.org) - “La existencia y la validez de los derechos humanos no están escritas en las estrellas. Los ideales sobre la conducta mutua de los seres humanos y la organización más acorde de la comunidad, los concibieron y enseñaron individuos ilustres a lo largo de toda la historia. Estos ideales y creencias derivados de la experiencia histórica, el anhelo de belleza y armonía fueron aceptados muy pronto por el hombre. . . y pisoteados siempre por la misma gente impulsada por la presión de sus instintos animales” -dijo Albert Einstein.

Y continuó: “Una gran parte de la historia exhibe la lucha en favor de esos derechos humanos, una lucha eterna en la que no se producirá nunca una victoria decisiva. Sin embargo, desfallecer en esta tarea significaría el hundimiento de la sociedad”.

Es cierto que los derechos del hombre han sido siempre mutilados por hombres que creen tener el derecho de hacerlo. Es algo así como: “te quito libertad para que no te hagas daño con ella”. O simplemente violan nuestros derechos en nombre precisamente de los derechos.

Pero nunca han sido más cobardes y débiles los hombres que cuando dan continuidad a la ancestral práctica de humillar y oprimir a las mujeres. Hombres que hacen de la humillación moral, o física, o ambas, práctica cotidiana de su desempeño personal y atacan por igual a esposas, hermanas, madres e hijas; que envilecieron su alma con toda la maldad que sólo el miedo confiere. Hombres que han hecho de la sumisión una conducta, que se arrodillan ante otros hombres con la excusa de que ven la razón en el de arriba.

Estos son los seres que tienen nombres y apellidos y cuyas grafías escribiremos nosotros, los incondicionales, los compañeros de las mujeres, que las amamos más porque las respetamos, y por ello disfrutamos más su existencia y sufrimos la blandenguería de los que se dicen masculinos.

Golpear a las mujeres porque protestan, acosarlas, encarcelarlas, amenazarlas y odiarlas, son actos que nunca el pueblo cubano olvidará. Será la guía, la razón por la que debemos cambiar. Ocupará el lugar de honor en el corazón de nuestra patria quien no sólo el que esté dispuesto a dar la vida por las mujeres, sino el que lo logre, pues luchar por y con las mujeres es luchar con y por la patria.

Y es que sin dudas, descubrió el hombre el fuego un día de tempestad y nunca más pudo vivir sin él. Inventó la rueda el hombre un día de necesidad y nunca más avanzó sin ella. Percibió las estrellas el hombre en una noche sin luna y estas guiaron su ventura hasta que encontró en la mujer la guía de su fortuna.

Desde siempre el hombre descubre, inventa y percibe todo que busca, lejos pudiendo encontrarlo cerca, sin reconocer que sin la cercana de una mujer, no pudo jamás descubrir, ni inventar, percibir ni encontrar nada, porque es fruto la mujer del amor y el odio del hombre. En ella experimenta la naturaleza con una palabra: evolución.

 

 

 

 
 
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