14 de julio de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

Monopolio al oeste (I)

Odelín Alfonso Torna

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - Jesús López es mayor de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Fue licenciado en el año 2003 debido a un tumor canceroso que hoy afecta parcialmente sus pulmones. El ex oficial  fue consultado en el Instituto Oncológico para someterse a la terapia con la nueva vacuna cubana CIMAVAX-EGF  

Después de dieciséis años de desvelos y jornadas extras, Cuba registró el 12 de junio de 2008 la “vacuna” terapéutica contra el cáncer de pulmón, la primera, según dicen, creada en el mundo por el intelecto científico de la revolución cubana.

Para algunos expertos internacionales, el producto llamado CIMAVAX-EGF y creado por el Centro de Inmunología Molecular (CIM) bajo la asesoría de la doctora en ciencias biológicas y militante comunista, Gisela González, no es tal “vacuna recombinante”.

La producción del polo científico, liderada por el CIN y el CIGB (Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología), aportaron al país 350 millones de dólares en el período 2007. Después del níquel, la venta de medicamentos producidos en Cuba ingresa al país un diez  por ciento por concepto de exportación de bienes.

Gracias a la superventas de medicamentos, Cuba puede autoproclamarse punta de lanza en la biotecnología en Latinoamérica, además de cubrir sin dificultades su demanda de prevención nacional.

Según estadísticas del Ministerio de Salud Pública (MINSAP), Cuba produce dos tercios de su cuadro básico, compuesto por 866 medicamentos que abarcan todas las enfermedades que afectan a los pacientes del patio.

Si hurgamos en la copiosa cartera de productos, más presa de la propaganda política que de la realidad palpable, ¿a qué se debe tanta escasez y desabastecimientos en las droguerías del país?

¿Por qué se ausentan de las farmacias productos de manufactura tan sencilla como el citrogal, el bicarbonato, el ácido ascórbico (vitamina C) o el agua oxigenada?

Si fabricamos lo que nuestros científicos llaman “la primera vacuna contra el cáncer de pulmón”, ¿por qué no se encuentra en nuestras farmacias el Amicode, fármaco imprescindible para los pacientes que padecen de esta patología incurable?

No se entiende por qué la Industria de Medicamentos prevé invertir en la construcción de tres nuevas plantas en lugar de incrementar la producción de algunos medicamentos deficitarios: dipirona, aspirina, sales biliares, además de alcohol y algodón. Estos son productos que no satisfacen la demanda nacional a pesar de que algunos de ellos escapan del acaparamiento por parte de los revendedores, distribuyéndose de forma normada a través de los llamados “tarjetones”.

Los sesudos a cargo del monopolio científico están dotados de prebendas, super salarios con estímulos en divisas incluido, y la materia gris necesaria para servir la “noble causa” que la revolución exige.

Para producir un simple bronco dilatador, como el renombrado y extinguido Imefasma, se puede prescindir de la Industria Farmacéutica y su tecnología de punta. La fórmula del Imefasma se puede preparar en los propios dispensarios de cada droguería.

¿Acaso el embargo norteamericano justifica la escasez de este bronco dilatador?

Según explica la periodista Adis López González, en un reportaje transmitido por la tele revista Buenos Días, “en Europa y Japón se encuentra el 85 % de la producción mundial de medicamentos”. En Cuba, los dos tercios de la producción nacional parecen inflarse ante una realidad donde el embargo norteamericano no cuenta.

Si pasamos revista por una de las diplofarmacias del país, tiendas creadas inicialmente para extranjeros, observamos que la inmensa mayoría de los fármacos que se ofertan son importados. Es razonable que la medicación indicada a pacientes foráneos atendidos en Cuba, sugiera productos fabricados por los grandes consorcios farmacéuticos del mundo.

Ante la restricción y escasez de determinados antibióticos de amplio espectro, antiparasitarios, antihistamínicos, o las simples almohadillas sanitarias para el periodo menstrual de las mujeres, todo de producción nacional, el cubano de a pie suele acudir a estas diplofarmacias.

Cuba dice exportar alrededor de 180 medicamentos, 38 de ellos producto de la biotecnología. Desde el período 2005-2006, el supuesto “incremento” en el surtido de medicamentos a las farmacias del país, ha sido abanderado por la propaganda política del gobierno como otro de los renglones exportables.

odelinalfonso@yahoo.com

 

 

 

 
 
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