9 de julio de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

Se solicitan enemigos

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - Visto y comprobado. La revolución           
cubana no funciona en la ecuanimidad, ni en otros ambientes alejados de la exaltación. Necesita la violencia, el apasionamiento enfermizo, los ímpetus que contengan su dosis de locura. Hay que encontrar el enemigo. Sacarlo debajo de la manga. Diseñarlo a imagen y semejanza del fin que se persigue.

De un plumazo aparecen los nombres y apellidos de los agentes subversivos. Si no es suficiente, pues se agregan a la lista categorías tales como mercenario, vendepatria, escoria y otras manchas a la reputación de los elegidos para armar el linchamiento verbal. Así se consigue legitimidad y se amplía el diapasón del silencio. El mensaje queda bien explicado. Quién pase la raya es hombre muerto. Tal vez literalmente, aunque a decir verdad no es necesario llevar el castigo al límite. Una secuencia de calumnias por todos los medios de comunicación, en vivo y en directo, sin derecho a réplica, es como ver el patíbulo en las narices. Algunas personas, sobre todo radicadas en otros países y ajenas a la realidad nacional se espantan ante la pasividad de los cubanos.

No comprenden por qué apenas hay protestas frente al rosario de dificultades, muchas a causa de la implementación de políticas absurdas. ¿Cómo es que la gente aplaude y participa en los actos de reafirmación revolucionaria? Esa pregunta ha invadido mis tímpanos en múltiples ocasiones y por suerte cuento con la dicha de administrar mis miedos. Eso me facilita hilvanar las respuestas con lujo de detalles. Los temores que me acosaban han ido perdiendo facultades y desde entonces hablo sin pelos en la lengua.

Es cierto que en cualquier momento puedo integrar la selección de vilipendiados, pero tragarse una respuesta fidedigna y equilibrada, al menos a mí me indigesta. Por lo tanto, si me preguntan, respondo a la medida de mis pensamientos. No como un número considerable de coterráneos, bien por ignorancia o preservación contra las represalias que ofrecen una versión edulcorada de los acontecimientos.

La génesis del proyecto político en Cuba, próximo a su quincuagésimo aniversario se sustenta en doblegar a los críticos por medio de diversas tácticas que van desde el maltrato a la tortura, fundamentalmente de carácter psicológico.

Esto funciona en el plano interno y en el concerniente a las relaciones internacionales. Armar un escándalo a partir de un asunto intrascendente o de escaso valor, es una especialidad en la que el régimen se reserva una eficiencia increíble.

Lo nimio lo convierte en una temática de suma importancia en el exacerbamiento de la confrontación. Esto marca un ciclo que no ha perdido vigencia durante el largo mandato del Partido Comunista. Cuando las debilidades cobran visibilidad se crea una atmósfera de tirantez que sirve de acicate para recuperar terreno perdido en el ámbito social y político.

¿De qué otra manera sería posible mantener la relativa calma entre una población agobiada de problemas existenciales durante un lapso tan largo? ¿Hay una mejor manera de obtener grados de legitimidad sin proporcionar incentivos reales y duraderos? 

Evidentemente no. El socialismo real no es sustentable sin la creación de enemigos en intramuros y allende las fronteras. Sus estructuras se fundamentan en premisas que nada tienen en común con la productividad del trabajo, el ahorro y las prerrogativas ciudadanas que emanan de un estado de derecho. Control informativo, natural estimulación a la burocracia, policías por doquier y un buen stock de potenciales antagonistas para montar el show de turno. Así consigue el sistema mantenerse a contrapelo de la razón.  

 

 

 

 
 
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