8 de julio de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

Consejos de un buen hachero

Yosvani Anzardo Hernández

HOLGUÍN, Cuba, julio (www.cubanet.org) - Es la cobardía la mayor fuerza del mal. Por cobardía los hombres matan y parecen valientes mientras se sienten con poder. El cinismo los caracteriza, por ello pueden ser buenos sacerdotes y malos cristianos.
Reaccionan con exageración ante el más mínimo peligro. Y es que el cobarde siente miedo hasta de la inocencia de sus víctimas. Desconfía de su propia sombra, pero teme a la soledad. Vive de la fantasía y por ello crea su propio mundo. Es un gran traidor, esa es la razón por la que acusa de traición constantemente a los que a su alrededor demuestran capacidades y criterios propios.

El cobarde es un consumado actor. Su histrionismo le permite permanecer siempre en escena, y aunque anhele los grandes escenarios, nunca lo encontrarás donde haya peligro real. Si es necesario usará profusamente los dobles, aún cuando no se les parezcan físicamente, de forma tal que los éxitos de otros serán en su nombre y de sus fracasos culpará a otros.

La conciencia nunca lo atormentará. Los grandes cobardes siempre fueron muy humillados en su niñez, aprendieron a pasarlo por alto y a llenarse de odio contra la humanidad. La gloria y la fama son las mayores ambiciones de un buen cobarde.
Para reconocer a un cobarde no se limiten a escucharlo, aunque en sus palabras se revelará para cualquier oído atento la esencia de su naturaleza, pues creen ver cosas del futuro que los demás no pueden.

Un hombre recordaría la película que vio en el cine junto a su novia durante la primera cita, pero no recordará detalles, como el tiempo invertido en la fila de entrada; tampoco si el taquillero le habló y qué le dijo, o el estado del tiempo ese día. El cobarde sí lo recordará, y este no es un elemento negativo de su personalidad, porque en ello se parecen a las mujeres.

Una de las diferencias psicológicas entre el hombre y la mujer es que el hombre intenta demostrar más de lo que es. Y la mujer trata de ocultar lo que verdaderamente es.

El cobarde, en cambio, hace ambas cosas indistintamente según las circunstancias. Tenemos que mirar dentro de sus vidas, y entonces lo tendremos.

El cobarde puede hacer mal a nuestras familias, pero eso nos fortalece porque el tiempo combate a nuestro lado. Mientras más duro se muestra más frágil es su estructura. Es como el caguairán, de madera muy dura, pero del cual es más fácil hacer leña, a diferencia del blando almácigo, porque el primero es quebradizo, sólo hay que saber dónde darle y se raja. El segundo resulta más difícil de despalillar.

Estos fueron los consejos de un buen hachero.

 

 

 

 
 
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