8 de julio de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

Edad avanzada y economía diferenciada

Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión

 

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - José Leoncio es el vecino más viejo de la cuadra. Por sus ojos han pasado más de ochenta años. Las arrugas de la frente son como las páginas de un libro donde guarda sus recuerdos. Tuvo diferentes oficios. La jubilación la obtuvo como trabajador de Servicios Comunales. Trabajó recogiendo basura y desechos por los barrios aledaños.

Se levanta para hacer la cola en la puerta de un establecimiento nombrado El Familiar. Es la cola de los pobres. Todos son ancianos cuya economía no les permite otra opción. Allí venden comida a bajos precios para alcanzar el fin de mes porque los víveres de la cuota de racionamiento no alcanzan.

Es el modelo socialista de las fondas de otros tiempos. Todo lo que se vende en este expendio de comida es a precios subvencionados por el Estado. Algo así como los comedores  de caridad de las instituciones religiosas.

Hay días en que José Leoncio se sienta en la calzada y vende jabas plásticas o sobres de café. Eso contribuye a incrementar su economía. El mínimo actual de las pensiones en Cuba asciende a 200 pesos.  El precio de una cajetilla de cigarrillos es de 7. El sobre de café mensual que se vende racionado cuesta 5 pesos; en el mercado negro, entre 12 y 15. 

Además, José Leoncio tiene que comprar jabones, pasta dental, desodorante, en la shopping o en la calle. Los artículos de aseo personal tiene que comprarlos en moneda convertible (CUC, uno por 25 pesos) 

En este cambalache imprescindible debe invertir buena parte de su jubilación, la que volará por los aires como las palomas del nieto mayor. Al mediodía, José Leoncio regresa a su casucha para esconderse del calor. En su sillón, dormita las horas más duras del bochorno.  

Asencio trabaja a los 81 años, pero es un caso distinto el suyo. Se graduó de contador público en la antigua Escuela de Comercio. Desde hace cinco años, gracias a sus antiguos vínculos laborales, se incorporó a trabajar en una firma de auditores donde goza de ciertos privilegios en comparación con la mayoría de sus colegas. Recibe una gratificación mensual en pesos convertibles, productos de aseo, y cada cuatro meses, una jaba con comestibles, grasa, conservas. Todo como un plus de su salario. No padece las dificultades del transporte público porque un auto lo recoge en su casa y lo trae de regreso por la tarde.

Esperanza dice que su nombre no tiene sentido porque la perdió hace tiempo. Enviudó hace cinco años y desde entonces está sola. Los hijos viven con sus familias y la visitan algunos fines de semana. Durante la mañana, Esperanza parece un pájaro vigía desde su portal. Así mata las horas muertas de su vejez. Algunos afirman que vigila los movimientos de los vecinos reacios a corear las consignas del régimen.

Antes de la instalación seleccionada de teléfonos en el barrio, ella cobraba un peso por llamar desde su aparato. También escuchaba lo que la gente hablaba. Hoy, muy pocos la visitan a diario. Su compañía permanente es un perrito.

Hay rumores sobre cambios en la ley de pensiones y la edad de jubilación que, dicen, será a partir de los 60 años para las mujeres y 65 para los hombres. Hasta el momento ningún anuncio gubernamental se ha doviñgadp0. En otros países, alterar las edades de jubilación detona manifestaciones multitudinarias. En Cuba eso no sucede. 

 

 

 

 
 
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