7 de julio de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

Sin tocar fondo

Oscar Mario González

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - Luego de que el pasado año el entonces gobernante interino Raúl Castro convocara a las asambleas de base para expresar las deficiencias y dificultades que aquejan a la nación, la prensa oficialista dio un sesgo en su habitual  y tediosa labor propagandística.

En los titulares de la prensa plana, radial y televisiva empezaron a insertarse errores y deficiencias que afectan directamente a la población y que hacen de nuestro país un valle de angustias. Verdades inobjetables con las que choca el hombre de a pie día tras día. Todas ellas denunciadas por la prensa independiente desde hace más de una década y por cuya razón más de una veintena de colegas se pudren en las prisiones del régimen.


Al principio fue el diario Juventud Rebelde el que empezó la embestida; lo siguió el periódico Trabajadores y actualmente es el propio órgano oficial del Partido Comunista, el rotativo Granma, el que lleva la delantera.

Ahora salen a relucir cuestiones que parecen insertarse en un mundo surrealista y no en el paraíso proletario que propugnó y publicitó el régimen cubano como lo mejor de lo mejor. Como el paraíso terrenal devenido realidad por la providencia del marxismo leninismo.

Entonces sabemos de boca de la prensa oficialista que desde las ruedas de los tanques de basura, hasta las chapas metálicas que nombran las calles, incluyendo los grifos y válvulas de paso de los baños públicos, entre un listado interminable de bienes sociales, todo es objeto de robo y de pillaje. Que la corrupción corroe la sociedad y lo que es peor: que esa corrupción es vista por la abrumadora mayoría como algo normal. Que finalmente todos o casi todos la practican sin que el rubor asome a la mejilla ni la conciencia se considere aludida en lo más mínimo.

Pero se impone aclarar algo en el discernimiento del tema que nos ocupa, para no llamarnos a engaños.

En los reportajes críticos elaborados por los comunicadores del régimen los cuestionamientos y deficiencias sólo aluden al diapasón comprendido desde el medio hasta la base. Es decir los niveles altos, de ministros hacia arriba, no son cuestionados. Mucho menos las estructuras partidistas. Empezando desde el municipio hasta llegar al mismo Buró Político, luego de haber transitado por los comités provinciales y por el Comité Central, todo ese embrollo institucional resulta intocable. Exento de la crítica periodística.

Los culpables vienen a ser los directores, administradores y gerentes y sobre todo el pueblo, cuya actitud y proceder cotidianos invalidan los legítimos y óptimos resultados que de los preceptos ideológicos y de la infalible acción del máximo  líder debían y tenían que esperarse. Esta actitud popular, calificada de “vandalismo”, ha sido la culpable del fracaso del modelo escogido y nunca la inerrante sapiencia del Comandante.

Los comunicadores de la Isla, luego de medio siglo autocensurándose, han desarrollado un olfato protector capaz de advertir el peligro por muy agazapado que se manifieste. Son verdaderos especialistas, entre otros artilugios, en advertir el desenlace por muy oculta y recóndita que pueda estar la amenaza.

No sólo conocen la regla de oro que les hace avizorar la presencia del mono y limitar el juego a la cadena, sino que como buenos lancheros saben conducir la nave en medio del torrente por muy fluido que se torne.

Porque como se dijo en el recién celebrado VII Congreso de la UPEC (Unión de Periodistas de Cuba): “Hay que saber reflejar con profundidad las complejidades actuales, pues el momento es efectivamente de cambios, pero para más socialismo”.


Así las cosas, hay que zambullirse y nadar sin tocar fondo, con brazadas lo suficientemente profundas como para alcanzar la superficie en caso de que el río se torne demasiado revuelto.

 

 

 

 
 
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