7 de julio de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

El forastero de Reinaldo Bragado

Miguel Iturria Savón

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - El narrador y poeta Reinaldo Bragado Bretaña (La Habana, 1953; Miami, 2005) fue uno de los creadores obligados a escribir bajo una especie de marginalidad literaria, por lo cual envió sus libros al extranjero, aunque en ellos no recrea las luchas cívicas por los  derechos humanos en Cuba, ni expresa la tensión que marcó sus años de encierro en la fortaleza La Cabaña, donde redactó los cuentos que integran En torno al cero.

Cuando marchó al exilio en 1988 había escrito, además, la colección de relatos Bajo el sombrero,  las novelas La estación equivocada y La muerte sin remitente, el poemario El árbol de la sombrilla y los “retazos de proyectos” incorporados a La alcantarilla mágica, obra de indudable lucidez, valor satírico, donde patentiza su calidad como escritor.

Durante su exilio en los Estados Unidos de América se desempeño como periodista, traductor y como redactor y guionista de radio y televisión. En menos de dos décadas escribió cientos de artículos de opinión en El Diario de las Américas, El Nuevo Día, de Puerto Rico y otras publicaciones. En esa etapa preparó los dos tomos de La fisura –colecciones de periodismo sobre derechos humanos- y Castro frente a Castro –testimonio de la poetisa y luchadora Tania Díaz Castro-. Fue editor de la revista Cubanet de 2003 a 2005.  

La vasta obra literaria de Bragado Bretaña incluye las novelas La noche vigilada, publicada en 1999 con comentarios de Guillermo Cabrera Infante, Antonio Benítez Rojo y Zoe Valdés; La ciudad hechizada, finalista del Concurso Letras de Oro 1999, de la Universidad de Miami, editada en esa ciudad en el año 2001 con prólogo del citado A. Benítez Rojo, y Night Watch, en 2003. Al año siguiente vio la luz su poemario Curazao 24: cuidado con el perro, en el cual evoca la calle y la casa habanera donde vivió.

Como Reinaldo Bragado es casi desconocido en su propio país, quiero comentar para estimular lecturas La estación equivocada, escrita en La Habana y publicada en 1989 por Saeta-Ediciones, en Caracas y Miami, con un prólogo excelente del poeta Heberto Padilla, víctima ilustre de la intelectualidad bajo el castrismo.

La estación equivocada es una novela breve y deliciosa que se lee de un tirón, pero su sencillez es engañosa y conmovedora. Heberto Padilla la califica de “inquietante”. Tan inquietante que nos compromete con el destino y las peripecias del forastero que se baja de un tren en la estación de un pueblo desolado, y tiene que quedarse allí, en medio del calor, la indiferencia y el absurdo cotidiano de individuos que se comportan como espectros activos en una comarca donde nunca pasa nada, ni siquiera el tren del cual se bajó el pasajero, pues las líneas y los caminos han sido abandonados “desde la época de la fiebre parlante”.

Desde la primera oración el autor nos “engancha” con la odisea del forastero, sus encuentros con la bella Marina, el dueño del hotel y el hombre del bar; quienes lo atienden cautelosamente y les indican cómo llegar al gobernador civil –ocupado con su piano y su harén de jóvenes desnudas-; el cual lo recibe con desdén y lo remite al jefe militar –un general homosexual escoltado por muchachos hermosos y desnudos- que le ordena: “Quédese aquí y olvide esa locura de que es un forastero: usted no puede venir de ninguna parte porque hasta aquí no llega nadie desde hace tiempo”. El forastero decide, antes de rebelarse contra el orden establecido, visitar al cura del pueblo, un anciano enloquecido que se asusta con su presencia. El final es patético. 

Como advierte el prologuista, “El libro no es un simple viaje entre la fábula y sus secuelas de pavor. Es, ciertamente, una metáfora desesperada de la realidad y su mejor encanto es la naturalidad con que se acerca a situaciones por todos conocidas, pero que acaban transformándose, distorsionándose como en un espejo cóncavo: es difícil situarlo dentro de la literatura hispanoamericana actual”.

Al leer La estación equivocada pienso en los elementos delirantes de algunos pueblos de esta isla caribeña. Me imagino en la estación del ferrocarril de Güines, abandonada hace años. O en el Hotel Louvre del centro de Matanzas, con su escalera de peldaños rotos. Recuerdo lo difícil que es tomar un avión de La Habana a Santiago de Cuba, o peor aún: obtener una visa y el permiso de salida para viajar a otro país.

El forastero de Reinaldo Bragado, como el agrimensor de El Castillo de  Frank Kafka, o el personaje de Pedro Páramo concebido por Juan Rulfo, pueden estar en cualquier pueblecito de Cuba. La metáfora es alegórica, trasciende la ficción y muestra la sordidez de quienes concentran el poder en sus manos en nombre de utopías y dogmas políticos.


Como hacedor de universos imaginarios Bragado ironizó las secuelas del exceso de poder. En otra novela de ficción política, La muerte sin remitente, la autenticidad y la fuerza del relato ofrece una visión de la realidad que humaniza a los personajes de una historia alarmante, cuyo escenario puede estar en Cuba o en alguna nación de América Latina.

En la misma retoma el País de las contradicciones, en el cual se desarrolla una epidemia de fiebre parlante que acaba con la élite que domina la sociedad y desata la anarquía y la alarma, contada por dos sobrevivientes de la nación fantasmal.

En La ciudad hechizada “…mezcla la ficción con la realidad histórica de Inglaterra y Cuba en los primeros años del siglo XVIII a través de las peripecias de Thomas Joyce, un pirata imaginario que sufre, en su intento de tomar La Habana, un proceso psicológico que lo conduce a una nueva visión de la existencia”.

Otras obras de Reinaldo Bragado Bretaña circulan en Cuba. Pude leer sus libros principales en la pequeña biblioteca independiente que lleva su nombre. Esperemos que en breve sean editados en la isla y podamos comprarlos en la red de librerías del país. Tal vez los encuentre algún forastero cuando acabe la fiebre parlante.  

 

 

 

 
 
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