4 de julio de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

Como el primero en mayo

Yosvani Anzardo Hernández

HOLGUÍN, Cuba, julio (www.cubanet.org) - Jamás sentí tanto optimismo como durante las celebraciones del pasado Primero de Mayo. Nunca vi más cerca el fin de la dictadura y el término de la agonía popular. Tal vez en este hemisferio sea difícil de entender. Ninguna dictadura latinoamericana de las que han existido se acerca a la esencia de lo que han vivido y sufren los cubanos en su prisión.

Por mucho que busquemos, jamás los hombres sabremos de la intensidad del dolor de parto. Hay que sentirlo. ¿Cómo? Tal vez los pueblos de Europa del este sepan de qué hablo, pues vivieron sus versiones.

El desfile por el Primero de Mayo fue extraordinario como nunca antes, y en eso coincido con el gobierno. Fue un mar de pueblo, pero no desbordado, pues también como nunca antes se cuidó su cauce.

Todos recuerdan las últimas celebraciones por el 26 de Julio, caracterizadas por la apatía y la no participación popular, lo que sin dudas llevó el mensaje adecuado al gobernante.

Esta vez las amenazas no fueron sutiles. En los centros laborales se explicó sin tapujos por qué todos tenían que participar en el desfile. La ausencia al trabajo un día como el jueves primero, traería como consecuencia la pérdida de la estimulación en divisas, sanciones administrativas. Y por supuesto, no te pagarían el día.

Otros años el desfile se posponía, o se adelantaba dos o tres días por problemas logísticos en algunas ciudades del país, exceptuando la capital. Esta vez no, era importante que los trabajadores supieran que se estaban ganando su salario en el desfile. Es conocida la intensa preparación previa al evento que nada dejó a la espontaneidad. Fue como celebrar un cumpleaños ajeno en nombre propio.

En mi pueblo, por ejemplo, los trabajadores ya tienen por costumbre abandonar la marcha, escapando por calles laterales. Esta vez no lo permitieron, las calles laterales fueron cerradas para que nadie escapara. Fue una marcha silente por etapas, matizada de guiños y complicidad.

Las medidas tomadas por el gobierno fueron extremas, pero beneficiosas para nuestra causa. Le mostraron a todos lo lejos que están dispuestos a llegar, y hasta dónde puede llegar el cinismo.

Incluso se burlan descaradamente de la población. Eliminaron la prohibición a los cubanos de entrar y hospedarse en los hoteles, pero esta medida aún no es válida en todos los centros, y en los que puedes entrar siguen existiendo restricciones y discriminación contra los nacionales. Otro tanto sucede con la venta de computadoras e implementos y útiles agrícolas.

La esencia de la reciente demostración gubernamental la expresó un trabajador por la televisión nacional cuando dijo: “En otros países la gente hoy marcha para exigir mejoras salariales, aquí no”. Con esa frase lo dijo todo, pues los problemas salariales en nuestra isla hasta el gobierno los reconoce, aunque no haga nada por resolverlos.

Soy optimista, no iluso. Esta revolución comenzó con sangre, y sus dirigentes están decididos a continuar con la tradición porque tienen miedo y no se sienten seguros. Para ellos es un problema de naturaleza y no creen en la evolución.

Por ello, también yo esperé el día de los trabajadores, como el primero, en mayo.

 

 

 

 
 
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