2 de julio de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

La gata en una azotea caliente

Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - En el paraíso de los trabajadores cubanos, un título de propiedad de la vivienda no garantiza que puedan realizarse ampliaciones en su vivienda sin autorización estatal. Un propietario actual de su vivienda en Alquízar, provincia La Habana, se queja pues desde hace un año desea donar la planta alta de la casa a su hijo casadero, pero no obtiene la autorización.

La razón del obstáculo reside en que las autoridades de la vivienda han detenido la donación de azoteas a otras personas, así sean a familiares. El alquizareño., al dar a conocer su caso, explica que en la Dirección Municipal de la Vivienda en su poblado se desconoce quién debe tasar el inmueble en su conjunto. Simplemente es un ciudadano atrapado en las redes  de la burocracia.

Y se pregunta el por qué de tal obstáculo si la Ley de la Vivienda contempla la donación de las azoteas y la razón por la que las autoridades incumplen la Ley. Al parecer, el hombre chocó con la realidad del país. Ocurre en muchas ocasiones que las personas no tienen en cuenta la complejidad de la burocracia en tejer trampas para atar al ciudadano de pies y manos a sus caprichos. El absurdo de la burocracia consiste en dictar leyes que ella misma incumple.

Hace unos años, amparados en la propia Ley, muchas personas necesitadas de dinero hacían donación de su azotea mediante el pago de una suma de varios miles de pesos convertibles o en dólares. Creo que estaban en su derecho porque era la azotea de su casa. Sin embargo, el aparato del gobierno no estuvo de acuerdo con esto de las ventas de su propia azotea y sucedió que implantaron la prohibición de marras.

Hay una realidad patente en todo esto y es que en Cuba la propiedad de cualquier objeto, inmueble, vehículo no está garantizada por ningún título o certificado. Usted puede verse enajenado de ella muy sin novedad. Así  haya una ley que lo proteja; es puro papel sin valor.

Uno de los mitos del gobierno cubano ha sido la entrega de títulos de propiedad de viviendas a millones de ciudadanos. Pero detrás del papel la realidad es otra, usted es responsable de su vivienda, y la responsabilidad de cualquier reparación y mantenimiento queda en sus manos. Y usted tiene las manos vacías para cumplir esa tarea porque no posee los recursos materiales para llevarla a cabo.

Decenas de miles de personas viven en la capital en circunstancias peligrosas para la vida a causa del deplorable estado constructivo de la vivienda que habitan. En incontables casos, llevan más de una década esperando resolver su problema. La solución inmediata puede ser la del traslado a un albergue colectivo, quizás por muchos años. La indefensión del ciudadano frente al aparato burocrático s algo real.

Si recogieran y archivaran las cartas de reclamaciones y de exposiciones de dificultades en las viviendas durante estos años, haría falta más que un Archivo Nacional para conservarlas.

Por lo pronto, el señor de Alquízar y muchos más en la isla desesperan por resolver sus necesidades.  Estas insatisfacciones son como una gata en celo en una azotea caliente. ¡Cuánto molestan! 

 

 

 

 
 
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