1 de julio de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

Lamento de un buzo

Oscar Mario González

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - Siempre he simpatizado con los “buzos” urbanos. La causa de tal atracción está relacionada con su labor de escudriñar en los depósitos de basura, lo cual los relaciona con sus parientes que escudriñan las profundidades marinas.

Mis simpatías están motivadas, además, por la utilidad de la tarea que realizan y porque son un claro ejemplo de la capacidad del ser humano para adecuarse a las condiciones imperantes y de cómo, al buscar el beneficio propio contribuye al bien ajeno.

Indudablemente que su labor tiene gran utilidad social. Ellos son capaces de devolverle total o parcialmente el valor de uso a un objeto determinado. Así, pues, restauran el par de chancletas cuyo dueño echó al tanque de la basura por inservible y luego lo ofertan a mucho menor precio. Igual hacen con una cartera de mujer o con las gafas desechadas por tener las patas flojas.

No menos útil es su identificación como recuperadores de materias primas. La búsqueda paciente de envases plásticos y de aluminio concita el mayor interés pues representa su mayor beneficio. A cambio de ellos la entidad estatal del municipio le paga con botellas de refresco, toallas de baño, frazadas de piso, palos de trapear y otros similares en una operación de trueque similar a las del Medioevo.

La población se beneficia comprándole al buzo una botella de refresco a un peso convertible y no a 1,50 que es el precio oficial en los establecimientos estatales. Algo similar sucede con los demás productos que, comprándoselos al buzo, resultan más baratos.
Pero el gobierno no lo entiende así y en la actual cruzada contra el trabajo privado y especialmente contra los “buscavidas”, los buzos han sido las víctimas más sufridas. Las autoridades se han ensañado contra ellos de modo abierto y directo.

Según cifras oficiales en Ciudad de La Habana se han visitado a 365 buzos a quienes se les hicieron ofertas de trabajo. De ellos 70 declinaron el ofrecimiento por lo que serán sancionados; 290 recibieron multas y 45 fueron devueltos a sus provincias de origen.

Las autoridades justifican la represión ejercida contra estos escudriñadores de los depósitos de basura, argumentando que representan un peligro para la salud pública en tanto son focos de contaminación y un riesgo para la salud propia y colectiva. Paralelamente, afean la ciudad y niegan la buena imagen que debe proyectar de cara al turismo.

Pero la opinión más difundida entre los buzos pone en duda la justificación del régimen. Para ellos no son razones sanitarias ni de salud pública las que provocan la actual ola represiva sino la voluntad totalitaria de hacer ver al mundo que en Cuba no existe la mendicidad.

Evidentemente, algunos sectores se hallan tan o más expuestos al peligro de la contaminación que los buzos. Tal es el caso de los limpiadores de fosas y de los obreros del alcantarillado, entre otros, que generalmente carecen de medios de protección incluyendo guantes y caretas.

Pero sean válidas o no las argumentaciones del gobierno, lo incuestionablemente cierto es la ojeriza contra estos humildes hombres en cuya membresía se encuentran universitarios y no pocos naturales de provincias.

Estos últimos parecen haber llevado la peor parte al ser retornados a sus lugares de origen.

 

 

 

 
 
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como fuente.