21 de agosto de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

Mucho deporte y poca comida

Oscar Mario González 

LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) - Por estos días, cuando todo parece impregnarse del espíritu olímpico,  las tiendas en moneda libremente convertible y los mercados agropecuarios en moneda nacional lucen más desabastecidos que nunca.
Sobre todo se nota la falta de ciertos productos que integran la canasta básica del cubano como el detergente, el jabón de baño, los paquetes de perros calientes, el papel sanitario y otros, imprescindibles a la vida por muy modesta y restringida que sea. Otras veces nos vemos obligados a comprar una marca de producto mucho más cara pues la que está a nuestro alcance económico se pierde de los estantes.

Si tal cosa sucede con las tiendas de moneda fuerte otro tanto ocurre con los mercados agropecuarios donde el mango y el aguacate, pese a estar en cosecha, se venden a ocho y diez pesos. En un país eminentemente agrario como el nuestro, mantener una dieta vegetariana requiere de un bolsillo sólido y bien abultado.

Pero por estos días, con el deporte en el televisor a todas horas, parece como si el ruido de las tripas no fuera a causa del desabastecimiento y que todo se debiera a un bailoteo de alegría por las medallas ganadas.

Desde que amaneces hasta que te acuestas, y aún por la madrugada, el televisor repite las imágenes de los medallistas del patio llorando a lágrimas vivas por tener que regalarle el bronce o la plata  al Comandante en lugar del oro prometido. El asunto se torna más dramático si se tiene en cuenta que su cumpleaños coincidió con la esplendidez del medallero sin que ningún deportista le hubiera obsequiado una presea dorada en tan señalada fecha.

Tan reiterados fueron el llanto y las disculpas que empezó a resaltarse la deferencia del bronce y la plata así como el honor de concurrir a una cita olímpica. Los galardonados, sin embargo, seguían balbuceando lamentos y culpándose por no haberle regalado al Comandante la presea de oro prometida en su aniversario 82. Al parecer la presente cita olímpica se va por debajo de las expectativas en cuanto al medallero se refiere.

Como es habitual en tales casos, se mostraron escenas conmovedoras y dramáticas en torno al ámbito familiar de los medallistas. En el interior del humilde hogar y balanceándose en viejos sillones, el padre y la madre, la esposa de pie con el hijo en los brazos,  vecinos y hermanos colmando el recinto. La explosión de alegría ante el feliz resultado, y acto seguido el micrófono a cargo del periodista deportivo que siempre formula idénticas preguntas en espera de iguales respuestas.

De momento y, luego del ensayo, el gentío pueblerino acaudillado por el presidente del Comité de Defensa y por la jefa del bloque de la Federación de Mujeres Cubanas, sorprenden a todo el familión con una serenata de aplausos, felicitaciones, besos y abrazos donde, por supuesto, no faltan exclamaciones y vivas al socialismo y al Comandante.

Según refiere el jefe de los cederistas que viene al frente de  la delegación al ser preguntado por el periodista deportivo, nadie durmió en el pueblo hasta no saber los resultados de la pelea de boxeo, y luego de conocerlos nadie podrá dormir hasta tanto no se le pase la contentura.

Sólo el borracho del pueblo tildado de loco por las autoridades se niega a participar en la bachata del momento, alegando estar cansado de tanto jolgorio. Asegura que, aunque lo oculte, la gente, al igual que él, también está cansada, y  más que competencias deportivas necesita una olimpiada de congrí y carne con papas.

 

 

 

 
 
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