19 de agosto de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

Al duro y sin guante

Oscar Mario González

LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) - Cuando se constata que a 50 años de revolución y en el presente siglo XXI  los caminos entre montañas de la región guantanamera se reparan a nivel de pico y pala, no podemos menos que sorprendernos.

Y es que nacimos y hemos crecido nutriéndonos del jarabe ideológico marxista según el cual el nuevo estado proletario es abanderado de la mecanización, no sólo por estar a tono con el desarrollo científico-técnico, sino por razones humanitarias.

Según dicho alucinógeno doctrinal la preocupación básica de la nueva sociedad lo constituye el hombre, y para su beneficio ha de humanizarse el trabajo. La máquina resulta su aliada y no su enemiga como sucede en el capitalismo donde sólo cuenta la ganancia del patrón.              

Esta cháchara bonita se viene abajo cuando el propio periódico Granma exalta y pone como ejemplo revolucionario a imitar los esfuerzos de las Brigadas Manuales de Reparadores de Caminos Serranos, cuyos miembros, armados de carretillas, palas, picos, azadones, rastrillos y hasta yuntas de bueyes, asumen la tarea del mantenimiento a los caminos de las regiones más recónditas de las serranías guantanameras.   

Según el reportaje de Granma del  30 de junio del presente año, la provincia cuenta con 407 brigadas y un total de 2100 integrantes a razón de 5  por cada brigada. Tuvieron su origen en 2002  cuando los caminos de la región fueron seriamente dañados por las lluvias y por la escasez de medios mecanizados. Tal forma de organización laboral es enaltecida por el rotativo, ya que atiende 2236 kilómetros de senderos sin gastar un solo litro de combustible y sin empleo de maquinaria alguna.

Quizás lo más sorprendente es el hecho de que los aperos de labranza puestos al servicio de la reparación de los caminos pertenecen a los trabajadores; son medios propios. Y si el gobierno no les proporciona los instrumentos manuales mucho menos los proveerá de  recursos de protección y seguridad personales. Aquí la cacareada “atención al hombre” no sólo parece ser una quimera sino una frase prohibida, una mala palabra.

Pero no pensemos que por ello los camineros de Guantánamo se muestran quejosos ni desconformes. Al contrario, y no es que sean hijos del maltrato. Sin embargo, vibran de “entusiasmo revolucionario” y con el orgullo de saberse cobijados bajo el techo amoroso de los dos padrecitos de la patria.

De ahí que un vecino de la zona, Lionisel Beltrán, pusiera su yunta de bueyes a disposición de la brigada, lo cual “ha permitido ganar tiempo y calidad  en la construcción de cunetas y el traslado de enormes piedras para el relleno de huecos”. ¡Pobres bueyes!

Otro montero, Venancio Pacheco, afirma que “ahora gana el doble y trabaja más cerca de la casa, lo cual le permite criar algún animalito”.

Pero para Jorge Luis Prometa, inversionista de servicios comunales de la localidad El Salvador, el trabajo tiene un favorable impacto medioambiental al no ocasionar daños al terreno como sí lo hacen los medios mecanizados. También asegura que el trabajo manual evita la  contaminación de los ríos, la degradación del suelo y los daños a la vegetación y a las cuencas hidrográficas. En fin, las reflexiones del camarada Prometa constituyen una verdadera apología al paleolítico.                     

Resumiendo, el trabajo de Granma, muy parecido a un reportaje periodístico de la China comunista en tiempos de  Mao, parece descubrir en la brigada de camineros de las lomas guantanameras un verdadero prodigio de la divinidad revolucionaria, lo cual se evidencia en la reflexión que pone término al trabajo periodístico. “Estos colectivos llegaron para quedarse, no importa que coyunturalmente se disponga de combustible y medios mecanizados”. Así pues, y según el rotativo Granma, la cosa será al duro y sin guante.

No importa que algún día y debido a un extraño milagro el comunismo se mostrara eficiente y dotara a las montañas de recursos mecánicos modernos y apropiados. Aún así, seguirán siendo la yunta de bueyes, el pico y la pala, los eternos aliados de los camineros de las montañas guantanameras.

 

 

 

 
 
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como fuente.