15 de agosto de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

¡Reformistas pa´ Guanabacoa!

Odelin Alfonso Torna

LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) - De un 26 de julio a otro, de un discurso movido y ambicioso a otro estático y retórico, el presidente cubano Raúl Castro deja entrever un viraje en su política de aperturas.  

La élite de reformistas cierra de momento su agenda y echa a rodar los caracoles en sus consultas espirituales. 

Aunque lo que dicta el número uno no es lo que ve el santo en cartas o caracoles espirituales, los hijos de Changó, Ochún u Obbatalá ven la autorizada venta de teléfonos móviles y el acceso a los hoteles para los nativos tan incosteables como antes. 
Al unísono con la salida en julio de los decretos ley No. 259 y 260, sobre la entrega de tierras ociosas en usufructo y el tratamiento laboral y salarial a maestros y profesores jubilados que se incorporen a las aulas, se llevaba a cabo una ofensiva contra las ilegalidades en negocios lícitos e ilícitos. 

En medio de un férreo y sofisticado control económico estatal a manos de la administración militar, la comentada autorización de viajar legalmente al exterior y la renta-venta de viviendas y automóviles es otro de los problemas que no se han resuelto. 
Entre tira y encojes, aperturas en moneda dura, tierras que nadie quiere y zafarranchos policiales contra quienes pretenden titularse “pequeños ricos”, a San Raúl le dio por un nuevo anteproyecto.    

El anteproyecto de ley, que alarga en cinco años más la edad de retiro, puede interpretarse como una herramienta gubernamental que asegura la continuidad de esa fuerza laboral experimentada e imprescindible. Esta supone, sin generalizar, que en la vieja generación del proletariado se encuentran los más consagrados, disciplinados y serviles a la causa revolucionaria. 

A pesar de que existe diversidad de opiniones entre aquellos ciudadanos próximos a la jubilación (digo los que prefieren seguir empleados con la hoz y el martillo y los que no tienen otra opción), en la discusión del anteproyecto blandirán las banderas con su consiguiente voto unánime. 

Como otra de las estrategias raulistas, servida al parlamento sin el menor indicio de contrariedad, dicho anteproyecto marca sus intenciones.  

Una de ellas, la de mayor peso, es detener el incremento presupuestario que cada año experimenta el Instituto Nacional de Seguridad Social (INASS). Este se dispara debido a la desproporción entre el número de jubilaciones y los que ingresan por primera vez a la vida laboral activa.  

Solamente para 2008, el INASS incluyó en su presupuesto anual 3 mil 950 millones de pesos. 

El nuevo equipo de gobierno tiende las redes y se adjudica la acción. Irremediablemente recupera adeptos para determinados sectores laborales afectados por el éxodo de trabajadores.  

Solamente en la provincia Villa Clara, acatando el decreto ley No. 260, se incorporarán a las aulas 381 profesores jubilados de todas las enseñanzas.   

Es muy difícil dilucidar desde qué flanco se produce el viraje raulista. Los reformistas en el poder, que no son muchos, se preguntan a qué santo consultar ante tanto “osobbo”. Todo lo contrario sucede con los conservadores, a esos que con estrellas y ramas bordadas sobre la charretera les baja el santo hasta por correo electrónico. 

De acuñarse el anteproyecto, como estoy seguro sucederá, recaerá sobre la vieja generación el trabajo de esa fuerza laboral que no produce. Me refiero a vagos, negociantes, policías, segurosos, reclusos, trabajadores sociales o los que simplemente viven de las remesas. 

Si estuviese en esa disyuntiva, prefiero estar al resguardo del Instituto Nacional de Seguridad Social. No se puede lograr en cinco años lo que no se ha hecho en cincuenta. 
A los reformistas, con más desaciertos que aciertos, les hago una invitación a Guanabacoa, pueblo embrujado, tierra de santos y babalaos. Quizás, para empezar, cojan los collares, los guerreros o la manito de Orula.  

En lo particular, si voy a tener un muerto atrás, prefiero tener al lado un negro cimarrón que a un blanco reformista y llorón.

 

 

 

 
 
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