11 de agosto de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

¿Robots del oriente para manejar camellos?
 
José Hugo Fernández
 
LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) - Una cosa es ver pasar el transporte público habanero a través de los informes que publica el régimen y otra bien distinta es tenerlo que abordar a diario en las paradas. Tal vez por ello los observadores a distancia, desde afuera, o aún desde adentro de la Isla, se muestran tan jubilosos ante la actual mejoría de este servicio, cuya reestructuración, según se ha dicho, dispone de una inversión de 2 mil millones de dólares para adquirir equipos en cinco años.   
 
Sin embargo, ahora mismo existe una contrariedad, que aunque no sea nueva, parece no haber sido prevista a la hora de redactar los jubilosos informes.
 
Muchos de los ómnibus articulados de procedencia china, una vez listos para el servicio, e incluso ubicados ya en las terminales, permanecen inactivos porque no encuentran quiénes los conduzcan. Sobran las plazas vacantes para choferes y cobradores, pero faltan los empleados que se interesen por cubrirlas.
 
Este déficit desarmoniza en forma alarmante con el proyecto de reestructuración para el transporte público en La Habana. Y la causa es tan elemental que cuesta creer que no haya recibido el tratamiento que demanda y con la debida anticipación: sencillamente los salarios estipulados para tales empleados, incluso después de cierto tibio incremento de última hora, no se corresponden con el esfuerzo que deben realizar, ni con la responsabilidad que asumen, además de que no les alcanza para alimentar a sus familias.
 
Vox pópuli, que lo sabe todo, y aquello que no sabe se lo imagina, anda diciendo ahora que para suplir esta escasez de empleados en el transporte público capitalino, las autoridades planean traer cargas masivas de conductores desde el oriente del país. No hay por qué dudarlo, aunque no se haya informado oficialmente, ya que nuestra tan sufrida y postergada región oriental ha sido utilizada por el régimen como una especie de reservorio para mano de obra en tareas ingratas, mal calificadas y peor pagadas que, además, se niegan a realizar los trabajadores residentes en La Habana.
 
Lo malo es que el traslado de choferes desde las provincias orientales hacia la capital sólo ayudaría muy medianamente a resolver el problema, en tanto estaría gravitando sobre otros tan serios o más que el del transporte. Por ejemplo, el de la vivienda, agravado ya en insoportable medida justo por el uso sin control ni cordura de aquel reservorio gubernamental.
 
Mejor les iría quizá acudiendo a la firma constructora de los ómnibus para que les diseñe también robots choferes previamente programados para manejar camellos. Por su precio per cápita, estos robots del oriente del mundo podrían resultarles más caros que los otros, es decir, los otros choferes del oriente de la Isla, pero al final su coste general debe resultar más bajo. Eso sin contar que traerían garantizado por ciencia cibernética algo que a los del otro oriente, el nuestro, les toma tanto tiempo y esfuerzo: el aprendizaje de las calles habaneras y la capacidad para moverse en ellas sin representar un peligro extra.  

 

 

 

 
 
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