4 de agosto de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

Héroe milagroso 

Oscar Mario González

LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) - A pesar de que la utopía marxista no favorece el protagonismo individual y condiciona la conciencia social a la realidad objetiva, de vez en cuando la propaganda del régimen cubano pone en primer plano  la voluntad personal como factor determinante y transformador.

Tal es el caso del pueblo Río Blanco, perteneciente al municipio Puerto Padre, en la provincia Las Tunas, en la zona oriental del país y su héroe benefactor, José Ignacio Cicilia Gallar, presidente del Consejo Popular de la localidad.

Según reportaje del periódico Granma del 4 de junio del presente año, cuando el camarada Cicilia llegó a Río Blanco, 18 años atrás, aquello era una cochambrería. Un arroyuelo de lodo.

En la zona “apenas existían ocho viviendas de mampostería, los caminos empeoraban, el transporte también, el delito aumentaba”. Y sigue diciendo el reportero:  ”Al mes ocurrían 14 y 15 casos de hurto y sacrificio de ganado; muchas familias no viajaban por temor a ladronzuelos”.

Pero llegó Cicilia y mandó a parar, poniendo las cosas en su sitio. Eliminando el relajo, el bonche y el guasabeo criollo. Pero, oiga, no fue fácil.

De darle credibilidad a Granma cabe suponer que la tranca, el gaznatón, y la patada por el trasero debieron haber estado a la orden del día. Por supuesto, Granma no va a detenerse en nimiedades que al fin y al cabo sólo favorecerían a los “enemigos”.

Mas, dejemos que sea el propio Cicilia el que nos dé los pormenores: “La tarea no era fácil. Toda mi vida trabajé en la ganadería y no es lo mismo tratar con reses que dirigir un Consejo Popular”. En ello creo que el camarada Cicilia tiene toda la razón.

Bajo el carisma ilimitado del otrora conductor de reses y el “cuadre” o nexo establecido por éste con  una cooperativa agrícola local, Rio Blanco ha resurgido de un torrente de chapapote para convertirse en un oasis de progreso, bienestar y felicidad. Hasta una ladrillera fue montada y hoy cumple con su plan de producción equivalente a la demanda de 10 viviendas por mes. Doscientas nuevas viviendas se han construido aunque otras tantas están en espera de ser reparadas. Claro que la administración pública encabezada por Cicilia lleva ya l8 años en el poder, lo que equivale a 4 períodos de gobierno, en cualquier país del mundo.

Pero aquí no para la cosa. Según el viejo vaquero y actual presidente del Consejo Popular de Río Blanco, antes de su administración sólo había 10 televisores y el único transporte (la guagüita) estaba desactivado. Ahora hay 200 televisores y la guagüita echó a andar. Por otra parte los ancianos andan alebrestados en espera del comedor comunitario a punto de abrir sus puertas.

El proyecto ciciliano contempla, además, el rescate del círculo social y la reparación de la bodega.

Por lo que vemos, Río Blanco era y es uno de esos incontables caseríos de nuestro país donde la desgracia totalitaria se enseñorea con especial crudeza. Donde la miseria y la desidia conviven propiciando una defunción espiritual colectiva. De aquí se explica que sus 56 ancianos anden alborotados como niños chiquitos esperando la apertura del comedor colectivo.

Treinta y dos años  de revolución tuvo que esperar Río Blanco para que sus vecinos pudieran ver televisión, tener transporte, y para que sus ancianos comieran caliente, hasta que llegó José Ignacio Cicilia Gallar. El prototipo de héroe popular “revolucionario”, cuya “honradez” y “dedicación” evidencian la eficacia de las ideas de los padrecitos de la patria y prueban ante todos, “que si se puede”. Que los proyectos y la conducción de éstos son óptimos; que los malos somos nosotros.

Por ello, cuando el reportero de Granma le preguntó a Cicilia por la clave del éxito la respuesta no se hizo esperar: “Mira, compadre, aquí la gente quiere mucho a Fidel, a Raúl y a la revolución”. Uno entonces se pregunta: ¿Qué pasará pues en el resto del país donde todo marcha tan mal. Será que no quieren a Fidel y Raúl? ¡Vaya usted a ver!”.

 

 

 

 
 
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