4 de agosto de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

Por culpa de Andrés Gómez

Luis Cino

LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) - A finales de los años 70 sentí simpatía por los de la Brigada Antonio Maceo. Los que monopolizaban la patria tenían a bien abrirles la puerta del reino. Los Maceítos (como los llamaban entonces)  regresaban al rencuentro con Cuba. Se los llevaron muy pequeños, cuando aún no podían entender por qué. La operación Peter Pan es una de los casos más dramáticos de los últimos 50 años de historia cubana en los que si algo ha sobrado ha sido la tragedia. 

Por culpa de personajes como Andrés Gómez hace mucho que dejé de simpatizar con la Brigada Antonio Maceo. Más bien me hace sentir vergüenza ajena.  

Con el barbudo Andrés Gómez, jefe de brigada (nunca fue tan bien utilizado el término), los Maceítos (ahora personas mayores, con varias libras, complicidades y cáscaras de más) siguen viniendo a Cuba. No lo hacen sólo para hacer trabajos voluntarios, más simbólicos que reales, en la construcción o la agricultura. También, y sobre todo, vienen a hacer el juego al régimen. A aplaudir, rendir pleitesías y recibir orientaciones. 

No me gusta que ofendan mi inteligencia. Menos aún que se burlen de las desgracias de mi pueblo. Eso es exactamente lo que hizo Andrés Gómez en el artículo Realidades muy diferentes, que publicó el periódico Juventud Rebelde el martes 29 de julio. En él, Gómez hace el recuento de las penurias del capitalismo en crisis, para convencernos de cuán dichosos somos en Cuba con lo que tenemos. 

Sucede que los cubanos de acá, por el mero hecho de estar a tiempo completo de este lado del estrecho de Florida sabemos infinitamente mejor que Andrés Gómez lo que tenemos y lo que nos falta. Todo en sus exactas y justas dimensiones. 

¿Quién le dijo a Andrés Gómez que sólo los moradores del Primer Mundo son capaces de entender las crisis del capitalismo? ¿Acaso no servían para algo los manuales de marxismo que nos obligaron a estudiar? 

Se equivoca Gómez. Nos subvalora. No todos los cubanos inconformes con el régimen (que no son minoría, como él afirma) idealizan el American Way of Life. No todos esperan el sorteo de visas o están dispuestos a montar en una balsa para ir tras la sociedad de consumo. Hay muchos que sueñan, entre otras cosas, también con la libertad. Tal vez el canciller Pérez Roque u otro jefazo del Partido que “lo atiende” no  explicó bien el asunto a Andrés Gómez. 

¿Quién dijo a Gómez que hay que morar en el infierno para saber a qué huele la chamusquina? De seguir su razonamiento, debería él mudarse definitivamente a  Mantilla o Centro Habana para que conozca de primera mano nuestra felicidad. Así evitaría el riesgo de tocar música sinfónica sin partitura.

Sabemos su respuesta por anticipado. Conocemos al pájaro por su cagada. Gustoso volvería… Ah, volver, con la frente marchita, las nieves del tiempo blanquearon su  frondosa barba, tan similar a la del Jefe. Quedarse en Cuba, ¿qué más quisiera? Pero no puede regresar. Su deber, por duro que sea el sacrificio, es allá, en el horrendo y pútrido Miami.  

Andrés Gómez es un soldado de la revolución. Comparte trinchera con Max Lesnik. Por eso viene a La Habana sólo el tiempo necesario para recibir órdenes. Ni un minuto más. En el ínterin, escribe artículos en Juventud Rebelde donde se apiada de los infelices que no somos capaces de entender y valorar cuánto tenemos gracias al socialismo. Sin duda, es triste, muy triste.

luicino2004@yahoo.com

 

 

 

 
 
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