1 de agosto de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

Venganza china

Yosvani Anzardo Hernández

HOLGUÍN, Cuba, agosto (www.cubanet.org) -  El chino Manuel era cocinero en la unidad militar 1725. Es un hombre amable y pacífico, de buen carácter, al extremo de que nunca nadie le ha visto disgustado. Los reclutas se aprovechaban, y todos los días el chino era víctima de sus bromas.

Un día los muchachos, cansados de abusar del chino, y viendo que él nada hacía para defenderse, le revelaron el nombre de quien le cortaba la soga de la hamaca, y quien amarraba los bajos de sus pantalones, y hasta quién fue el gracioso que le llenó de piedras la mochila. El chino Manuel les contestó:

–Bueno, si ustedes no van a hacelme más maldades, yo no voy a orinal más en la sopa.
La venganza del chino era diaria, pero en este caso sólo fue efectiva una vez terminada la hostilidad hacia él. Desde entonces la gente pensó que lo mejor sería no meterse con el chino, pues con la tranquilidad que lo caracteriza, nadie podía imaginar lo que estaba tramando.

En otra ocasión el guapo del batallón, ignorando las advertencias de la gente, quiso humillarlo, y exigía comida por encima de la ración que le tocaba.

Un día, mientras el guapo dormía en su hamaca, le cayó una bota en el pecho. Despertó sobresaltado y lanzó la bota con todas sus fuerzas, como si quisiera desaparecerla. Necesitó menos de un segundo para descubrir que el extremo de un cordel estaba amarrado a la bota, y el otro a sus testículos. Supongo que el guapo después de eso no pudo tener hijos.

Los cubanos, durante la formación de nuestra identidad incorporamos costumbres y parte de la idiosincrasia asiática, porque había muchos ojos rasgados entre las faldas de nuestras mujeres, y de ellos heredamos muchas cosas. Aprendimos que lo que no puede salvar un médico chino no lo salva nadie; pero también que cuando un chino, en alpargata, para que su andar sea más ligero te cae atrás, no se te despega con nada, y tampoco vuelves a tener suerte. Y el problema es que la tortura china es memorable entre nosotros, muy sutil, pero efectiva; constante, pero igualmente devastadora.

Ahora los chinos se vengan nuevamente. El gobierno cubano llegó a ser enemigo de su gobierno para ser amigo de los soviéticos. Luego los “bolos” desaparecieron y los chinos prosperaron.

El gobierno de la Isla los criticó y ahora los alaba, y la sabiduría popular que no olvida, ríe de los desmemoriados y humillados jefes. Al aparato que forman lo comparan con un viejo elefante, grande y pesado, tonto y agresivo, con poca capacidad de aprendizaje, y apto para lanzar berridos en todas direcciones.  Pero su enanismo mental es penoso. Si aumentamos proporcionalmente su volumen con el área de los huesos que lo sostiene, morirá aplastado por su propio peso. Todo lo contrario de la milenaria China. Y esa es su venganza. 

 

 

 

 
 
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