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OPINION / TINTA RAPIDA
Malas compañías
RAUL RIVERO
La estupidez insiste siempre (Albert
Camus)
Se dice por ahí, por esos mundos llenos de viejos que se creen
sabios y suelen ser ampulosos y admonitorios, que un hombre con miedo
puede llegar a ser muy peligroso. Mucho más, por ejemplo, que
quienes asumen impávidos y serenos, compromisos, candangas,
situaciones enyerbadas y oscuras.
Esa idea prospera y se recibe con fervor por miles de creyentes en
los mundos marginales. Es un capítulo obligatorio en los manuales
de las personas que viven fuera de la ley y se arriesgan y se juegan
la vida en asaltos, guerras internas y enfrentamientos con las autoridades.
Está contenida en las dobleces del papel ajado de la mensajería
emponzoñada que va y viene de celda en celda en todas las prisiones.
Allí también se le teme al temeroso, porque un individuo
desconcertado, indefenso, contra la pared y bajo amenaza, nadie sabe
nunca qué va a utilizar primero: si el cuchillo rústico
(un cepillo de dientes trabajado con odio), la denuncia o la traición.
Eso, miedo al miedo, es lo que resuena en muchos otros dominios y
etapas de la vida. Es lo que impulsa a algunos padres a recomendarle
a sus hijos reflexión y firmeza para que no se queden paralizados
en el gesto, en la duda, en las gradas estables y misericordiosas.
Decisión para lanzarse al mar y previsión para el agua
profunda y los bancos de arena. Alertas ante el oleaje con sus cerquillos
blancos y la apariencia falsa del azul añil. Audacia para el
camino, pero sin imprudencias para las emboscadas.
La experiencia de los ancianos no reclama valentía al desdichado
ser humano. No exige acciones temerarias, ni arrojo o bizarría.
El recado tiene que ver con la calma y el estudio de la realidad para
salir del trance lo mejor posible. Ni apresuramientos ni grandes desafíos.
Nada de heroísmo, cordura. Ya sabemos lo que pasa con los pobres
países, que tienen un héroe en cada esquina y más
estatuas ecuestres que caballos vivos.
Ahora bien, los que tienen más difícil la salvación
son los políticos que viven con miedo. Los que se despiertan
con el terror en vena. Con la sospecha de que en el curso del día,
un golpe los sacará del gabinete y un ciclón en un vaso
de agua los dejará en la calle bajo la ventolera con lo que
traen puesto: su sobresalto y un disfraz de servidor del pueblo.
Un sector de la actual dirigencia de Cuba, donde no hay elecciones
libres desde hace 55 años, habla de un bloque regional de países
bajo el control de Venezuela. Carlos Lage, vicepresidente del régimen
castrista, anunció hace poco que Cuba tiene dos presidentes.
Uno, el que ya sabemos; el otro, Hugo Chávez.
Esa cuadrilla, elegida de un manotazo sobre la mesa, seleccionada
por la unanimidad de un dedo índice, ante el extravío
del amo original, teme perder el poder y ha salido a buscar a quien
servir.