SOCIEDAD
Nada nuevo bajo el sol
Luis Cino
LA HABANA, Cuba - Mayo (www.cubanet.org).- Las
operaciones de limpieza social en Cuba no son
una novedad. Tampoco lo es la represión
a los opositores. El gobierno cubano no ha cambiado.
El mundo es el que cambió. Se ha hecho
más pequeño e informado. Hoy es
más difícil ocultar y justificar
los desmanes.
En algún momento las autoridades cubanas
deberán explicar al mundo la conveniencia
de encarcelar en prisiones de alta seguridad a
cientos de adolescentes acusados de "peligrosidad
predelicitiva". Las medidas que establece
el Código Penal cubano para enfrentar los
hechos delictivos antes de producirse no son fáciles
de entender en naciones libres y civilizadas.
Requerirá un denodado esfuerzo teórico
de diplomáticos, juristas y sociólogos.
Tal vez sólo logren convencer a los incondicionales
de siempre. Esos no necesitan explicaciones. Les
basta con las consignas.
La profilaxis revolucionaria es tan antigua como
la revolución cubana. Sólo que cada
vez apostó más por los métodos
represivos para la construcción de la nueva
sociedad.
A mediados de la década del 60, las Unidades
Militares de Ayuda a la Producción (UMAP)
marcaron un hito en las labores de corrección
político-ideológica de la juventud.
En algunos de los campamentos agrícolas,
rodeados por alambradas y custodiados por guardias
armados, un enorme cartel proclamaba, dantescamente
machista-nazista-leninista: "El trabajo nos
hará hombres".
Homosexuales, hippies, Testigos de Jehová
y todo tipo de inadaptados cortaban caña
bajo el abrasador sol camagüeyano en el inútil
empeño de transformarse en hombres revolucionarios,
dignos de morar en el paraíso.
El cierre de los campamentos semi-carcelarios
no significó el fin de las recogidas policiales.
Decían perseguir lumpens, extravagantes,
extranjerizantes, alteradores del orden público,
depravados, y todo tipo de conductas impropias.
A las convulsiones de la ofensiva revolucionaria
de 1968 siguió, a inicios de los 70, la
Ley contra la Vagancia. Los campamentos esperaban
por los lumpens. Se hicieron codiciadas las plazas
de ayudantes de la construcción. Pagaban
salarios de 95 pesos 30 centavos mensuales. Las
oficinas del Ministerio de Trabajo ofrecían
empleos de sepulturero y cazador de cocodrilos.
Después de Mariel, en 1980, las autoridades
anunciaron que se había ido la escoria.
La sociedad cubana, sin lastre, entraba en una
fase superior de la construcción del socialismo.
Pero en los 25 años siguientes prosiguieron
las redadas policiales bajo nombres tan sugerentes
como Pitirre en el Alambre, Adoquín, Coraza,
Contención. La variedad de los objetivos
de los operativos policiales creció: jineteras,
artesanos, disidentes, negociantes, "macetas",
drogadictos y narcos, vendedores ambulantes, cuentapropistas
sin licencia.
El teatro de operaciones policial puede ser cualquier
barrio, una paladar, un mercado campesino, las
cercanías de los hoteles.
Los experimentos genéticos de la revolución
cubana han tropezado con demasiados elementos
díscolos. La formación del hombre
nuevo sigue siendo una quimera, sobre todo en
su acepción zoológica-mitológica.
El ser humano no fue creado para integrar rebaños.
Ese ha sido el principal obstáculo que
han confrontado todos los totalitarismos.
La ingeniería social, como las rupturas
del equilibrio de los ecosistemas, sólo
conducen a catástrofes.
En pleno siglo XXI pudiéramos estar asistiendo
al retorno de las UMAP o de algo peor todavía.
Los jóvenes peligrosos predelictivos sólo
viven separados por puertas y paredes de los disidentes.
Una noche de San Bartolomé pudiera estar
a la vuelta de la esquina. La atmósfera
de este mes de mayo en Cuba no es muy diferente
a la primavera de 2003.
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