Adoctrinamiento
masivo de niños cubanos
Por Tracey Eaton / The
Dallas Morning News. 24 de octubre de 2004.
LA HABANA - A la tierna edad de 8 años,
Lázaro Castro presentó un emotivo
discurso ante cientos de miles de personas, luego
inesperadamente saltó del escenario y besó
a Fidel Castro en la mejilla. Más de cuatro
años y docenas de discursos después,
el pequeño precoz es una celebridad, un
emblema de la revolución cubana. Es uno
de los más famosos Pioneros de Cuba, jóvenes
cubanos que reciben su bautismo político
y patriótico cada 9 de octubre, el aniversario
de la muerte del guerrillero Ernesto "Che"
Guevara.
En ese día especial de este año,
148,199 niños cubanos de edades entre 5
y 6 años se convirtieron en pioneros y
recibieron su primer pañoleta azul para
el cuello, una pieza de vestir que es sagrada
en esta tierra. La usarán en la escuela
todos los días de este otoño y en
viernes se pondrán de pie y gritarán
al mismo tiempo, "¡Seremos como el
Che!"
Se enseña a los pioneros a venerar a Guevara,
a quien mataron en 1967 soldados bolivarianos
entrenados por Boinas Verdes estadounidenses y
operativos de la CIA.
El finado rebelde argentino es un icono en el
Tercer Mundo y el tema de Los Diarios de Motocicleta,
película estrenada en septiembre sobre
sus aventuras de la década de 1950 en Sudamérica.
Lázaro Castro, que en la actualidad tiene
13 años de edad, adora al Che, y a Fidel
Castro. Como preescolar, empezó a aprender
sobre sus hazañas revolucionarias. Se tomó
a pecho sus mensajes, memorizando sus discursos.
En la actualidad viaja por el país y el
extranjero diseminado la palabra a millones de
personas y presentando críticas punzantes
del presidente George W. Bush y las sanciones
de Estados Unidos contra Cuba.
Pero no toda la gente se siente cómoda
viendo a los pioneros cubanos inmersos en la política.
"Hacer que los niños participen en
problemas políticos que sólo los
adultos pueden comprender viola lo que hace que
la infancia sea única. La infancia es sagrada,
es un periodo de inocencia", comentó
Alina Sánchez, de 26 años de edad,
veterinaria.
Los partidarios de Castro contestan que el trabajo
político de los pioneros enfatiza lo mucho
que el gobierno se preocupa por los niños.
El debate respecto a los niños cubanos
y la política surgió durante la
batalla por la custodia de Elián González,
un estudiante que encontraron sujeto a una balsa
cerca de la costa de Florida en el Días
de Acción de Gracias de Estados Unidos
en 1999.
Su madre y 11 personas más que esperaban
llegar a Estados Unidos murieron en el viaje.
En junio de 2000, un juez de Estados Unidos ordenó
que Elián se reuniera con su padre en Cuba.
Los parientes de Miami del pionero habían
luchado contra eso, afirmando que temían
que le hicieran un lavado de cerebro en Cuba.
"El control del estado de los niños
cubanos empieza poco después del nacimiento.
A los niños en edad escolar se les inculca
el odio a los enemigos de la revolución...
e implacablemente se les programa para amar a
Fidel", publicó el escritor conservador
William Norman Grigg durante el asunto Elián.
De acuerdo a la ley cubana, "la familia,
los maestros, las organizaciones políticas
y las organizaciones masivas" tienen el deber
de ayudar a los niños a desarrollar una
"personalidad comunista". Y deben proteger
a los jóvenes de "cualquier influencia
contraria a su formación comunista".
Claudia Márquez, periodista independiente
cubana, expresó que una vez fue a la clase
de su hijo de 5 años de edad y vio a su
maestro entregando armas de plástico y
gritando: "¡Vayan!, ¡disparen!,
¡pum, pum! ¡Estamos matando al imperialismo!"
"La educación en Cuba es gratuita
y obligatoria hasta la edad de 16 años,
pero está llena de la ideología
que rige a nuestra isla. ¿De qué
sirve la educación cuando se convierte
en un arma de adoctrinamiento de masas",
escribió en una columna periodística
de diciembre de 2003.
El 2 de junio del 2000, Lazarito apareció
ante una enorme multitud en La Habana y exigió
el regreso de Elián, además de leerle
un poema al presidente Castro.
Algo sobre el muchacho cautivó la atención
de Castro. Y después del evento, sus colaboradores
llevaron al pionero y a sus padres a una reunión
privada de cinco horas con el Presidente.
En un momento de la reunión, Castro puso
su mano en la cabeza del niño.
"Lázaro no se lavó el pelo
por una semana después de eso. Y envolvió
el uniforme de la escuela que usaba ese día
y no deja que la gente lo toque. Dice que las
huellas de Fidel están en éste y
quiere conservarlas para siempre", dice su
madre.
Lo mismo sucede con el libro que Castro le autografió.
Está forrado en plástico, y Lazarito
no deja que nadie lo abra.
"Está obsesionado con Fidel Castro",
afirma su madre.
Si todo esto es algo bueno para Lazarito es una
pregunta que ella ni siquiera considera. Ella
y su esposo Lázaro, un chofer de taxi,
aseguran que la revolución ha hecho a Cuba
un lugar de justicia e igualdad social, escuelas
y atención médica gratuitas. Y como
su hijo, ellos también adoran a su comandante
en jefe.
"Muchos cubanos no tienen dinero para comprar
papel sanitario y usan periódicos. Nosotros
también hacemos eso. Pero si vemos una
foto de Fidel, la recortamos y la guardamos. Amamos
a Fidel y oramos por su salud todas las noches",
dice el padre del muchacho.
El 21 de junio Lazarito dio un discurso ante
una multitud y dijo: "¿Cómo
se atreve (Estados Unidos) a decirnos que nos
hará un pueblo libre cuando hemos disfrutado
la más justa y humanitaria revolución
que se haya conocido? Ya es suficiente con estas
ridículas medidas contra nuestro pueblo
y con estas lecciones baratas de democracia".
Sus discursos están tan bien escritos
que algunos cubanos están convencidos que
funcionarios del Partido Comunista le ayudan a
escribirlos.
"Un niño no tiene la capacidad de
analizar un tópico tan profunda y convincentemente.
Estos niños no saben nada de política
internacional", asegura Caridad Rodríguez,
una contadora de 48 años.
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