POLITICA
Entre el performance
y el peorformance
Ludmila Volapukova
LA HABANA, mayo (www.cubanet.org) - La tardenoche
del jueves 29 de abril, para rematar la denominada
2da. Olimpiada del Deporte Cubano, 13,000 tableros
de ajedrez y 416,000 trebejos (entre físicos
y virtuales) fueron desplegados bajo los restos
mortales de Ernesto "Che" Guevara en
la plaza que también porta su nombre y
su estatua en las afueras de Santa Clara, ciudad
al centro de Cuba.
Todos los involucrados en la "simultánea
más grande de la historia", desde
Randy Alonso (conductor de las ideologizantes-odiologizantes-ideotizantes
"mesas redondas" televisivas y, por
cierto, el primer perdedor de la jornada) hasta
el ex-campeón mundial ruso G.M. Anatoli
Karpov (quien, en definitiva, no jugó partida
alguna con nadie) parecieron disfrutar por igual
del espectáculo, riendo de buena gana ante
las cámaras y micrófonos de la radio,
la prensa, y la televisión. Total, ¿qué
más da a estas alturas de la post-historia?
The show must go on.
Apenas 36 horas después, despuntando el
alba del sábado 1ro. de mayo, llegó
la contraparte del performance ajedrecístico,
dedicado ahora no tanto a la diosa Caissa como
a su profeta Castro. Y ya fue la apoteosis del
gesto de gesta, la mera murumaca marxista: Cuba
más carnavalera que comunista, tribuna
de izquierdismos histéricos, una suerte
de complot internacional del peorformance.
Muchos de los presentes portaban enseñas
tricolores (50% cubanas y 50% venezolanas) o monocromáticas
(con una hoz y un martillo incluso en pleno siglo
XXI). Muchos se desmayaron, a pesar de lo frugal
del banquete patriótico, que al cabo durara
menos que una partida de ajedrez profesional.
Y muchos simplemente se escabulleron temprano
por las avenidas al margen de la Plaza de la Revolución,
situada pero no sitiada en el municipio capitalino
Plaza de la Revolución (la redundancia
geopolítica no es mía). Pero también
muchos, muchísimos más, permanecieron
(al mejor estilo de Karpov) sonrientes y con buen
talante, a la par que agitaban, acaso ya por instinto
o inercia, las consabidas banderitas de papel.
Total, ¿qué más da a estas
alturas de la post-historia? Igual the show must
go on.
Del performance inicial, aparatoso despliegue
a validar incluso por el Récord Guinnes,
nos quedará la memoria de la pancita karpóvica
de Anatoli (por lo demás, un ex miembro
del Komsomol). Del peorformance final, resabioso
ritual de retóricas revolucionarias, tal
vez nos quede algún estribillo o pasillo
de La Charanga Latina, pues a Enrique Álvarez,
su director, la Central de Trabajadores de Cuba
le encargó un nuevo tema bailable para
la ocasión: "Un paso grande pa´lante".
Es así como en la isla recién han
modernizado aquella vieja fórmula decimonónica:
ahora la historia se repite una vez como comedia,
y la otra como comedia también. If you
just smile...!
Para el sujeto televisivo cubano, recientemente
con cuatro canales análogos entre los cuales
elegir su seudo-opción (Tele Rebelde, Cuba
Visión, Canal Educativo, Canal Educativo
II), el costurón entre abril y mayo no
pudo ser más bizarro. Del juego-ciencia
a la reconcentración urbana por centros
de estudio y trabajo. Del canal 2 al 4 al 6 al
45: en una ronda de tempo lentísimo y monótona
cantinela. Del canal 45 al 6 al 4 al 2: con la
impresión de que asistimos a una puesta
en escena que recordamos de tanto tiempo atrás
que ya dudamos hasta de su realidad.
Es el mismo sujeto lectivo cubano que arrastra
todavía los tres tristes periódicos
nacionales remanentes -Granma (Partido Comunista
de Cuba), Juventud Rebelde (Unión de Jóvenes
Comunistas) y Trabajadores (Central de Trabajadores
de Cuba)-, desde donde se le imparten decretos
y comunicados más que noticias, y esto
siempre con un lenguaje de vocabulario autorizado
y sintaxis autoritaria, de manera que se favorezca
la recepción pasiva por parte de un lector
en eterno proceso de re-educación (como
eufemísticamente se le llama a la violencia
ideológica ejercida por igual sobre presos
políticos y comunes). Al respecto, la circulación
de los llamados "tabloides" sería,
en la prensa plana, el equivalente de los canales
educativos dentro del televisor.
Y, por supuesto, todo lo anterior con la consecuente
infantilización del sujeto cubano en general,
aterido entre la "masificación de
la cultura" y el monólogo meganacionalista
que nos colima, a su vez, entre el exilio y el
manicomio (en ocasiones, tanto dentro como fuera
de Cuba, en ambos a la vez). Estamos, pues, cegatos
ante los tubos de pantalla y los titulares de
los periódicos. Y el precio de este glaucoma
intelectual sólo será (e)vidente
cuando ya estemos decúbito supino bajo
el bisturí-láser de la realidad
mundial.
Para entonces, de poco valdrá nuestro
performático arte de desplazar 416,000
trebejos en 13,000 tableros de ajedrez (entre
físicos y virtuales). Para entonces, de
nada valdrá nuestro peorformático
arte de agitar banderitas de tres colores en los
mass media. Aún a riesgo de parecer apocalíptica,
soy de la opinión que nuestra suerte, en
tanto concepto de nación independiente,
está siendo echada al azar lúdicro
con cada pataleta populista de nuestra política
patria: maratones para marionetas castradas en
su voluntad de poder y represadas en su pulsión
de deseo, verdadero paraíso de emulación
entre psico- y esquizo-analistas (de no estar
ambos, también, excomulgados de la representación
sanitaria insular).
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