PRENSA INTERNACIONAL
Junio 2, 2004
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Una nueva teoría sobre la prosperidad

Andrés Oppenheimer. El Nuevo Herald, 31 de mayo de 2004.

Guadalajara, México. - Mientras cubría la cumbre de 33 jefes de Estado de América Latina y la Unión Europea en Guadalajara la semana pasada, se me ocurrió una teoría que espero pase a la historia: la prosperidad de los países es inversamente proporcional al tamaño de sus delegaciones en estas cumbres internacionales.

No estoy bromeando. Se los voy a probar.

El presidente venezolano Hugo Chávez, un autoproclamado ''revolucionario'' que logró destruir la economía de su país y crear 2.5 millones de nuevos pobres en los últimos cuatro años, encabezó de lejos la delegación más numerosa en la III Cumbre de América Latina y la Unión Europea. Tenía 198 personas.

La delegación venezolana incluyó docenas de guardaespaldas, reporteros y camarógrafos personales de Chávez, según reportó el periódico local El Informador. Al igual que el presidente vitalicio cubano Fidel Castro, que no vino a la cumbre, pero normalmente viaja con un séquito de más de 200 personas, Chávez inundó la reunión con funcionarios venezolanos.

Comparativamente, el presidente francés Jacques Chirac vino a Guadalajara con una delegación de 90 personas, el líder alemán Gerhard Schroeder con alrededor de 70, y el presidente del gobierno español José Luís Rodríguez Zapatero con 48, según me dijeron funcionarios de sus respectivas delegaciones.

Algunos de los líderes de los países de Europa del Este que recientemente se unieron a la Unión Europea, y cuyas económicas están creciendo a todo vapor, vinieron con delegaciones que cabían en un automóvil.

El primer ministro de Estonia, Juhan Parts, cuyo país tiene una de las economías más abiertas del mundo y está creciendo a niveles de casi 7 por ciento anual gracias a una avalancha de inversiones extranjeras, llegó a la cumbre con una delegación de 5 personas.

Entre los latinoamericanos, el presidente chileno Ricardo Lagos --líder del único país latinoamericano que ha crecido sistemáticamente en los últimos quince años y ha logrado reducir la pobreza a la mitad-- vino con una delegación de seis personas, incluyendo un edecán que funje como guardaespaldas.

¿Cómo se explica que Chávez y Castro, que han multiplicado la pobreza en sus países en nombre de la igualdad y la soberanía, necesitan delegaciones de 200 personas en estas cumbres, mientras que líderes de países prósperos como Chile y Estonia vienen con cinco o seis personas?

Muy simple: Chávez y Castro viven de los titulares periodísticos, y necesitan constántemente crear conflictos para desviar la atención internacional de la pobreza y la represión interna en sus países.

En la cumbre de la semana pasada, horas antes del inicio de una crucial votación que podría allanar el camino a referándum sobre el mandato de Chávez, el presidente izquierdista venezolano denunció un supuesto complot de Estados Unidos, paramilitares colombianos y opositores venezolanos para "desestabilizar el gobierno de Venezuela y crear el caos a fin de producir una invasión extranjera''.

Chávez, un ex oficial golpista, pidió la ''solidaridad internacional'' de los presentes para evitar el supuesto golpe. Según la oposición venezolana, sus advertencias fueron una cortina de humo para desviar la atención de un posible fraude del gobierno en caso de perder el voto del fin de semana.

Chávez usó sus 20 minutos de tiempo en la cumbre para arremeter durante más de 35 minutos contra ''ustedes, los ricos'' -- señalando al canciller alemán Schroeder-- por supuestamente ser responsables de la pobreza en América Latina.

Mientras tanto, el canciller cubano Felipe Pérez Roque, que representó a Castro en la cumbre, dedicó sus intervenciones a exigir un lenguaje cada vez más fuerte de condena a las sanciones comerciales de Estados Unidos contra la isla en la declaración final.

Según me relataron tres cancilleres latinoamericanos presentes en la reunión, cada vez que los latinoamericanos y europeos presentes aprobaban las propuestas de Cuba de endurecer los términos de la declaración conjunta, Pérez Roque aumentaba la apuesta y pedía lenguaje aun más duro. Al final, los europeos se cansaron, y decidieron quitar el párrafo de condena al embargo de Estados Unidos por completo.

''Resultó obvio que los cubanos no estaban interesados en el contenido de la declaración final'', me dijo un canciller latinoamericano. "Lo que querían era crear una confrontación, para salir de la cumbre denunciando a los europeos como lacayos de Estados Unidos''.

No fue casualidad que Castro, en un ''Mensaje al Pueblo Mexicano'' al comenzar la cumbre, denunció ''la complicidad de la Unión Europea en los crímenes y agresiones contra Cuba''. El año pasado, la UE redujo el nivel de sus relaciones con Cuba tras el fusilamiento de tres cubanos, y las sentencias a 25 años de prisión a 75 periodistas y opositores pacíficos.

Mi conclusión: Cuando los gobernantes no pueden mostrar progreso económico o respeto a las libertades políticas, necesitan crear constántemente conflictos para culpar a otros de los males de sus países. Y para hacer eso, se necesitan delegaciones bien grandes en estas cumbres internacionales.

 

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