Una nueva teoría sobre la
prosperidad
Andrés Oppenheimer. El
Nuevo Herald, 31 de mayo de 2004.
Guadalajara, México. - Mientras cubría
la cumbre de 33 jefes de Estado de América
Latina y la Unión Europea en Guadalajara
la semana pasada, se me ocurrió una teoría
que espero pase a la historia: la prosperidad
de los países es inversamente proporcional
al tamaño de sus delegaciones en estas
cumbres internacionales.
No estoy bromeando. Se los voy a probar.
El presidente venezolano Hugo Chávez,
un autoproclamado ''revolucionario'' que logró
destruir la economía de su país
y crear 2.5 millones de nuevos pobres en los últimos
cuatro años, encabezó de lejos la
delegación más numerosa en la III
Cumbre de América Latina y la Unión
Europea. Tenía 198 personas.
La delegación venezolana incluyó
docenas de guardaespaldas, reporteros y camarógrafos
personales de Chávez, según reportó
el periódico local El Informador. Al igual
que el presidente vitalicio cubano Fidel Castro,
que no vino a la cumbre, pero normalmente viaja
con un séquito de más de 200 personas,
Chávez inundó la reunión
con funcionarios venezolanos.
Comparativamente, el presidente francés
Jacques Chirac vino a Guadalajara con una delegación
de 90 personas, el líder alemán
Gerhard Schroeder con alrededor de 70, y el presidente
del gobierno español José Luís
Rodríguez Zapatero con 48, según
me dijeron funcionarios de sus respectivas delegaciones.
Algunos de los líderes de los países
de Europa del Este que recientemente se unieron
a la Unión Europea, y cuyas económicas
están creciendo a todo vapor, vinieron
con delegaciones que cabían en un automóvil.
El primer ministro de Estonia, Juhan Parts, cuyo
país tiene una de las economías
más abiertas del mundo y está creciendo
a niveles de casi 7 por ciento anual gracias a
una avalancha de inversiones extranjeras, llegó
a la cumbre con una delegación de 5 personas.
Entre los latinoamericanos, el presidente chileno
Ricardo Lagos --líder del único
país latinoamericano que ha crecido sistemáticamente
en los últimos quince años y ha
logrado reducir la pobreza a la mitad-- vino con
una delegación de seis personas, incluyendo
un edecán que funje como guardaespaldas.
¿Cómo se explica que Chávez
y Castro, que han multiplicado la pobreza en sus
países en nombre de la igualdad y la soberanía,
necesitan delegaciones de 200 personas en estas
cumbres, mientras que líderes de países
prósperos como Chile y Estonia vienen con
cinco o seis personas?
Muy simple: Chávez y Castro viven de los
titulares periodísticos, y necesitan constántemente
crear conflictos para desviar la atención
internacional de la pobreza y la represión
interna en sus países.
En la cumbre de la semana pasada, horas antes
del inicio de una crucial votación que
podría allanar el camino a referándum
sobre el mandato de Chávez, el presidente
izquierdista venezolano denunció un supuesto
complot de Estados Unidos, paramilitares colombianos
y opositores venezolanos para "desestabilizar
el gobierno de Venezuela y crear el caos a fin
de producir una invasión extranjera''.
Chávez, un ex oficial golpista, pidió
la ''solidaridad internacional'' de los presentes
para evitar el supuesto golpe. Según la
oposición venezolana, sus advertencias
fueron una cortina de humo para desviar la atención
de un posible fraude del gobierno en caso de perder
el voto del fin de semana.
Chávez usó sus 20 minutos de tiempo
en la cumbre para arremeter durante más
de 35 minutos contra ''ustedes, los ricos'' --
señalando al canciller alemán Schroeder--
por supuestamente ser responsables de la pobreza
en América Latina.
Mientras tanto, el canciller cubano Felipe Pérez
Roque, que representó a Castro en la cumbre,
dedicó sus intervenciones a exigir un lenguaje
cada vez más fuerte de condena a las sanciones
comerciales de Estados Unidos contra la isla en
la declaración final.
Según me relataron tres cancilleres latinoamericanos
presentes en la reunión, cada vez que los
latinoamericanos y europeos presentes aprobaban
las propuestas de Cuba de endurecer los términos
de la declaración conjunta, Pérez
Roque aumentaba la apuesta y pedía lenguaje
aun más duro. Al final, los europeos se
cansaron, y decidieron quitar el párrafo
de condena al embargo de Estados Unidos por completo.
''Resultó obvio que los cubanos no estaban
interesados en el contenido de la declaración
final'', me dijo un canciller latinoamericano.
"Lo que querían era crear una confrontación,
para salir de la cumbre denunciando a los europeos
como lacayos de Estados Unidos''.
No fue casualidad que Castro, en un ''Mensaje
al Pueblo Mexicano'' al comenzar la cumbre, denunció
''la complicidad de la Unión Europea en
los crímenes y agresiones contra Cuba''.
El año pasado, la UE redujo el nivel de
sus relaciones con Cuba tras el fusilamiento de
tres cubanos, y las sentencias a 25 años
de prisión a 75 periodistas y opositores
pacíficos.
Mi conclusión: Cuando los gobernantes
no pueden mostrar progreso económico o
respeto a las libertades políticas, necesitan
crear constántemente conflictos para culpar
a otros de los males de sus países. Y para
hacer eso, se necesitan delegaciones bien grandes
en estas cumbres internacionales.
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