Días
de gloria
LA HABANA, junio (www.cubanet.org) - Alfredo recuerda sus días de
gloria en el pasado, recién llegado de la guerra en Angola. África
estaba bastante lejos, pero en sus recuerdos podía sentir los olores de
la selva y la pólvora.
La llegada a Cuba, luego de finalizada la guerra, fueron días de
gloria. Todos lo recibieron como se reciben en todas partes a los héroes.
Alfredo era un héroe. Llegó vivo, y como trofeo traía la
ausencia irremediable de sus dos piernas. Al principio le fue bien, como casi
siempre le va a todos los héroes. Después, las cosas se le fueron
poniendo difíciles. Su condición de inválido le impedía
trabajar. El estado le dio una pensión que no alcanzaba para vivir con su
esposa y cuatro hijos
Desde entonces, Alfredo sobrevive vendiendo baratijas que los fabricantes
clandestinos le entregan a mitad de precio para que él obtenga una
ganancia en las ventas. Recorre en su silla de ruedas cada esquina y rincón
de la ciudad que un día lo recibió como héroe. La misma
ciudad que lo va olvidando poco a poco.
Alguien dijo que los héroes están hechos de materia efímera.
Alfredo se va dando cuenta de esa verdad.
Ayer un policía lo detuvo en la esquina, lo registró de arriba
abajo delante de todos y le confiscó lo que llevaba para la venta. Fue un
día perdido, no ganaría nada.
Nada ni nadie podía evitar que hoy Alfredo recordara. El tiempo se le
iba rápido allí, en la principal esquina de la ciudad. Buscaba en
el aire olores lejanos. Afinaba el oído para escuchar el cañoneo y
el estruendo en medio de la selva. La pólvora le entraba fuerte en los
pulmones. Se dio cuenta de que lloraba delante de la gente, pero no hizo nada
para detener el llanto. cnet/06
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