Entre anécdotas
y rumores
Oscar Mario González, Grupo Decoro
LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - Lo que pareció ser una lucha
contra la droga a mediados de enero del presente año, se extendió
rápidamente a las más diversas formas de la economía
privada o cuentapropista.
Sus efectos se han hecho sentir sobre el pomposo propietario que alquilaba
la vivienda a turistas extranjeros, sobre el dueño del paladar de comida
china y criolla, hasta llegar al insignificante vendedor de merenguitos, cuyo
pregón alborotaba a los muchachos de la secundaria básica.
Se difunden rumores y anécdotas en la calle, y éstos no
apuntan precisamente hacia los vendedores y consumidores de cocaína o
marihuana. Entre las víctimas se encuentran los más disímiles
ejemplares humanos: militares y civiles, jineteras, religiosos; carteristas,
abogados, músicos, sepultureros, policías y bomberos.
Se cuenta que a Olguita la tamalera le llevaron el caldero de 10 galones de
capacidad en el que hervía los tamales, y que heredó de su abuela,
la cual también ejerció el oficio en otros tiempos, cuando en Cuba
vender y comprar era lo más natural del mundo.
De Gervasio, el soldador, se dice que 12 policías le allanaron el
hogar apostándose en el portal, los pasillos laterales y el patio, y lo
despojaron del oxígeno y del acetileno. Cargaron con las cabillas,
planchuelas, alambres, refrigerador, televisor, y hasta con un juego de
calzoncillos (contenidos en un delicado estuche) que le había mandado el
hermano desde Miami como regalo de cumpleaños. Nadie se explica la
posible relación entre construir una reja metálica y usar un
calzoncillo.
Corre de boca en boca que a Francisco el alambiquero le llevaron el tanque
de 55 galones y el resto del equipamiento con el cual elaboraba el ron casero.
Tres sacos de azúcar prieta y 10 sobres de levadura; el juego de cuarto,
los equipos electrodomésticos, además de la cadena de oro y un par
de chancletas aún sin estrenar.
Otro tanto, dice la gente, pasó con Ester, la elaboradora de "cajitas"
de comida. A ella le vaciaron la casa, incluyendo sartenes, cazuelas, cubiertos
y hasta el pelador de papas. El registro y decomiso fue tan aparatoso que el
perro salchicha, por el cual pagó 50 dólares, huyó
despavorido sin que hasta el momento haya aparecido ni dado señales de
existencia. El pobre animal, que había desarrollado un instinto de
animosidad hacia los policías, se aterrorizó al verse inmerso en
un mar de agentes uniformados.
Peor suerte fue la de Yanisleidi, la que tenía un banco de videos y
revistas extranjeras. Allí no quedó ni donde amarrar la chiva. Fue
a las cinco de la mañana, con empleo de perros, luces y reflectores. Se
ensañaron con ella al detectar una antena capaz de recepcionar canales de
televisión extranjeros. Le ocuparon videos con el "Show de Cristina"
y "Sábado gigante", programas que gozan de preferencia en la
población. También, lo que es más grave, videos de su
archivo personal donde aparecía el niño Elián, gozoso y
risueño, en compañía de los familiares de Florida, y hasta
un video donde se muestra al mandatario cubano en pijama y chancletas de baño.
Su caso tuvo gran resonancia en el barrio y tiene nerviosos a no pocos
lugareños. Le incautaron, entre tantas cosas, una libretica donde llevaba
el control del alquiler de los videos, con el nombre, apellidos y dirección
de los clientes, entre los cuales se encontraban militantes del Partido,
oficiales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, esposas de gerentes,
carniceros y peluqueras.
Dicen, por ultimo, que en las oficinas municipales del Partido y del Poder
Popular no se puede dar un paso por la enorme cantidad de objetos decomisados;
que en ellas se encuentran desde computadoras hasta juegos de cubiertos para el
comedor.
Mientras tanto, las anécdotas y los rumores siembran la inquietud y añaden,
a la habitual paranoia del cubano, un motivo más de zozobra y recelo. Se
reinicia "el invento", cierto es, pero con mucha preocupación,
pues todos temen ser heridos por una de esas flechas que vuelan por el aire
enrarecido de las calles habaneras.
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