El pretexto
de las drogas
Ramón Díaz-Marzo
LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - Un amigo vino a visitarme. "He
venido a verte", dijo, "porque estoy preocupado con lo que está
ocurriendo en La Habana. Como periodista que eres supongo que tendrás
conciencia de lo delicado de la situación. Mi opinión es que esta
lucha contra las drogas ha ido demasiado lejos, porque al final de los finales,
sólo es un pretexto".
Según mi amigo, se trata de una silenciosa guerra del gobierno
totalitario de La Habana contra toda forma de manifestación económica
independiente, con lo cual estarían recuperando un buen trecho del
terreno político perdido en los últimos años. "Sabes
que soy ciudadano cumplidor de las leyes, pero me preocupa que con este pretexto
de luchar contra el tráfico de drogas se violen derechos fundamentales de
los ciudadanos cubanos".
Mi amigo se alegró cuando el señor presidente Fidel Castro Ruz
dijo que el gobierno tomaría medidas contra el tráfico de drogas,
porque las drogas no son comunistas ni capitalistas, sino un enemigo común
de la Humanidad. Pero los últimos sucesos que han estremecido a la
capital le han demostrado que no se trata de luchar únicamente contra las
drogas, sino de exterminar las incipientes semillas de una sociedad civil
clandestina.
Son personas que sin engañar, perjudicar, o robarle al prójimo,
estaban desempeñando diversas actividades al margen de la ley, por la
sencilla razón de que el gobierno mantiene semicongelado el otorgamiento
de licencias de trabajo por cuenta propia.
Las últimas redadas que se han efectuado en la capital me recuerdan
el estado de sitio no declarado que sufrió la capital en los primeros años
de la revolución (1960), estrategia del gobierno comunista para
consolidar su poder ante una población engañada que no comprendió
en su momento que le estaban quitando lo más preciado: la libertad de
comercio.
Mi amigo me contó de una doctora residente en el barrio del Vedado
(no ha querido hacer público su nombre), dueña de una casa de dos
plantas que le alquilaba a extranjeros con autorización del gobierno,
porque tenía licencia y puntualmente pagaba su impuesto todos los meses.
A pesar de que no le encontraron drogas en el registro efectuado, la policía
le incautó sus muebles y artículos electrodomésticos,
motivo por el cual sufrió un principio de infarto y tuvo que ser
hospitalizada en su propio centro de trabajo, el hospital "Calixto García".
Ahora esa señora, después que se recupere, no sólo
quiere recuperar sus propiedades, sino reclamar ante las autoridades competentes
la restitución de su honor, que ha quedado en tela de juicio.
También me contó que han desarticulado fábricas
clandestinas de refresco y cerveza. Carpinteros que tenían sus talleres
en sus casas. Amas de casa dedicadas al tatuaje de piel. Paladares y cafeterías
clandestinas que ofertaban comida criolla. Familias decentes que vivían
de rentar una habitación de su casa a un extranjero. Fábricas de
maní tostado clandestinas. Plomeros, mecánicos, vendedores de
bagatelas que no tenían licencia del gobierno para efectuar su trabajo.
Vendedores de artículos domésticos de limpieza. Afiladores de
tijeras. Reparadores de cocina de gas a domicilio. Reparadores de colchones a
domicilio. Han intervenido y confiscado enormes bancos de películas de
video.
En estos momentos cualquier persona que ocupe un cargo de vigilancia en un
Comité de Defensa de la Revolución (CDR) y quiera perjudicar a un
vecino, sólo tiene que efectuar un chivatazo, y de inmediato llega la
policía y le viran la casa al revés, aunque no le encuentren nada.
"He venido a verte para que te pongas al corriente de los últimos
acontecimientos en la capital", dijo mi amigo al despedirse. "Con el
pretexto de una lucha contra el tráfico de drogas están dejando
sin trabajo a una parte fundamental de la población, que no puede
conseguir un trabajo estatal y, si realmente tú eres periodista, es bueno
que te mantengas informado y, en consecuencia, le informes al mundo otra parte
de la verdad de nuestra situación".
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|