Atención
al hombre
Yoer Delvas Rocas
LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - Por doquiera que se deambule en Cuba
podrá apreciarse, a modo de slogan, una muy manida frase: damos una
adecuada atención al hombre. Mas, ¿qué significado tiene la
misma? ¿A qué se refiere la tan cacareada atención? ¿Acaso
al bienestar de la población en general, o de miles de ancianos que solos
y desamparados, con una mísera pensión, padecen a diario las
mismas vicisitudes del resto de los ciudadanos, agravadas éstas por su
condición de ancianos?
Conocemos que se brinda una atención diferenciada a los trabajadores
de los contingentes especiales, quienes reciben además de una dieta bien
reforzada que les permite realizar las tareas que el sistema les impone cual si
fueran esclavos, un salario también diferenciado, superior al de muchos
profesionales.
Se brinda este tipo de atención a los ex deportistas de alto
rendimiento, los que mantienen un status dentro de la sociedad, en muchos casos
igual al de los momentos en que eran considerados glorias del deporte. Muchos
de ellos son vinculados al programa de entrenadores, ya sea dentro o fuera del
país, recibiendo por ende salarios en divisas y otras prebendas.
Los artistas son otro grupo al que se trata con igual deferencia: éstos
tienen la posibilidad de seleccionar sus contratos en el exterior y
comercializar sus discos, giras y obras de arte, manteniendo claro está,
la entrega del porcentaje establecido al gobierno.
Los profesionales de la salud no poseen esa condición; una vez que
dejan de ser útiles, son relegados al olvido, las pensiones que reciben
por concepto de jubilación no pasan, en el mejor de los casos, de la
mitad del salario que percibían durante su época activa, el cual
es inferior al de policías o conductores de ómnibus.
Volviendo a los ancianos, la mayoría de ellos no dispone de
condiciones mínimas que garanticen su supervivencia, el médico de
familia no cumple la misión de visitarlos con la frecuencia requerida,
los trabajadores sociales tampoco les auxilian en sus reclamos de necesidades básicas;
solamente recibieron (algunos de ellos) un incremento de entre 30 y 40 pesos en
sus pensiones y muchas veces no cuentan con alguien que les haga sus más
elementales compras y gestiones.
Entre tanto, las páginas de los diarios constantemente señalan
las enormes ventajas que para los miembros de la tercera edad representa el
sistema social imperante, comparado con la etapa prerrevolucionaria. De igual
modo la televisión estatal muestra imágenes de ancianos bien
vestidos, saludables y contentos, participando en los llamados círculos
de abuelos en disímiles actividades recreativas. Pero eso es en la tele,
pues en nuestro diario quehacer no hemos podido jamás ser testigos de
tales actividades, ni de las mencionadas ventajas que pregona el régimen.
El caso es que mientras unos privilegiados gozan de atención
preferencial o diferenciada, otros deben sufrir los estragos de un sistema corroído
y corrupto; mientras unos disfrutan de la Atención al Hombre, los pobres
ancianitos reciben Atención de Hambre.
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