CUBANET .INDEPENDIENTE

19 de febrero, 2003

Mascota

Yoer Delvas Rocas

LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - El béisbol ha sido, es y será siempre pasión para el cubano. No importa edad, sexo ni situación social o económica, para hablar, ver, leer e incluso discutir sobre el tema. Se dice que hay tantos directores de equipos en Cuba, como habitantes tiene la isla, cada uno haciendo valoraciones propias referentes a la manera de lanzar, correr y batear.

Si de estrategia se trata, en los graderíos hay decenas de genios escondidos con el mejor plan de ataque que convertirá a su equipo en eterno campeón. Nadie disfruta más una victoria o sufre tanto cada derrota que el "manager" de tribuna, ese ente especial que florece doquiera que hay un juego de pelota, sea de primer nivel o de manigua, sean los jugadores figuras establecidas o escolares quienes que se encuentran fajados por el triunfo.

1960 marcó el antes y después también en la pelota; a partir de entonces, al desaparecer las ligas profesionales para dar paso a las otrora olvidadas amateur, ocurrió una profunda transformación en ese hermoso espectáculo. Los peloteros, ávidos de darse a conocer, luchaban cada strike, bola, fildeo o corrida cual si la propia vida dependiera de ello.

Paulatinamente el entorno comenzó a hacerse monótono, no importaba mucho la calidad del jugador, siempre los mismos eran escogidos para representar al país en eventos internacionales. La manida frase "lo que importa no es ganar o perder, sino competir", fue sustituida gracias a la politización del deporte en "no aceptamos otra cosa que la victoria", sobre todo cuando el contrincante era Estados Unidos; una derrota frente a otro equipo, aunque dolorosa, era tolerada; mas frente a los yankis era inaceptable.

En los últimos años nuevos cambios han aparecido en el deporte de las bolas y los strikes, los cuales han provocado a su vez variaciones en los deportistas. Hoy éstos dan cada día más de sí, defienden con creciente orgullo el gallardete de su equipo, luchan a brazo partido por amor al uniforme que llevan, sin importar tanto si son o no seleccionados para integrar el equipo nacional. Me atrevo a decir que muchos prefieren ser enviados a Japón formando parte de equipos profesionales de ese país, lo que por supuesto representa algunos dólares en los bolsillos, que de otro modo no recibirían.

Muchas son las causas de que el béisbol haya recuperado el terreno perdido ante otros eventos, lo que se manifiesta en stadiums repletos de público, discusiones beisboleras en parques, ómnibus y centros de estudio o labor. Pero los cambios ocurridos han calado en la afición, en la fanaticada. Hemos sido testigos de oleadas de seguidores de un equipo recorrer las calles de la ciudad dando rienda suelta a la alegría por un campeonato logrado. Sucedió así hace varios años en ocasión del triunfo del más controvertido plantel cubano: Industriales.

No sé a ciencia cierta si se debe a que el uniforme recuerda al del Almendares de la época profesional, equipo éste que tenía muchos simpatizantes. Lo que sí es cierto es que, gane o pierda, siempre habrá tela por donde cortar y todos, simpatizantes o contrarios, hablan de los azules de la capital cubana.

Si bien antaño el Almendares poseía como emblema un enorme alacrán azul, para combatir frente a tigres, leones y elefantes, (emblemas de los otros teams), en los últimos tiempos han surgido, para inspirar a los diferentes planteles, nuevas mascotas. Entre éstas tenemos gallos, vaqueros, perros y otros; pero la más mencionada, observada y hasta seguida por las cámaras de televisión, es un bello ejemplar canino ataviado con traje industrialista, que diariamente asiste junto a su dueño, a cada partido del equipo.

Este salchicha, de nombre Pilly-Chocolate, permanece durante todo el juego haciendo de las suyas: levanta la patica delantera para mirar el reloj digital que lleva puesto o ladra al son de la fanaticada pidiendo a su equipo que haga carreras. Ah, si Industriales está debajo en el score, Pilly camina cabizbajo sobre el techo del dugout. Justo es decirlo, a pesar de los problemas y dificultades cotidianas, hasta los canes se apasionan con el béisbol en la isla caribeña de palmas, sol y son.


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