Peleas de
gallos, perros y tomeguines ¿A quiénes sanciona la ley?
José Izquierdo, Grupo Decoro
GUINES, febrero (www.cubanet.org) - Recuerdo, cuando era niño, las
inmensas redadas desplegadas por la policía de mi pueblo contra los
denominados "galleros" (personas encargadas de pelear gallos finos),
en una zona conocida como "El Cangre", distante 12 kilómetros
de la cabecera municipal.
En un intricado lugar de la localidad rural se colocaba una extensa valla
(nombre con que se conoce al sitio donde se efectúan las populares
peleas). Allí arribaban cientos de fanáticos y apostadores,
preferiblemente los sábados y domingos, para disfrutar de este
tradicional espectáculo, declarado ilegal desde que Fidel Castro tomara
el poder en 1959.
Esta política de las autoridades contra los llamados "vicios
capitalistas", estuvo de moda hasta comienzos de la década de los años
noventa, momento en que se observó una cierta tolerancia por parte del régimen.
Por esos años era común ver por doquier decenas de personas
reunidas en lugares públicos, presenciando una pelea de gallos, o un
singular combate de tomeguines del pinar en sus respectivas jaulas. También
por esta época era común observar encarnizadas batallas entre
perros de raza. Actividades rechazadas por organizaciones defensoras de los
animales, las cuales catalogan a las personas que organizan estos combates como
depredadoras de la fauna nacional.
En la actualidad han vuelto los operativos policiales contra estos "peleadores
clandestinos-tolerados". Recientemente fueron sancionados por el Tribunal
Popular municipal de Güines varios individuos participantes en una pelea de
gallos. Los magistrados impusieron multas a los implicados que oscilaban entre
1,500 y 3,000 pesos.
Pero, ¿a quiénes sancionan las leyes vigentes en Cuba?
Es vox populi que en la localidad capitalina de Managua existe una finca de
la empresa estatal Alcoma, donde altos dirigentes de la revolución
asisten con sus flamantes gallos finos para desarrollar extensas jornadas de
peleas, donde se premia a los ganadores con artículos electrodomésticos
y lujosos automóviles. Además, se realizan subastas de ejemplares
y contratos de venta de animales con expertos extranjeros, así como
protocolos de colaboración con países de la región con
tradición en la cría de gallos.
"Para estos privilegiados en el poder, todo es posible, nadie es capaz
de criticar ni rechazar sus vicios. Nosotros sí estamos vigilados
constantemente y amenazados con perder hasta nuestros hogares", manifestó
el señor José Lima, a quien el tribunal municipal de Güines
impuso una multa de 3,000 pesos. Lima es criador clandestino de gallos finos.
Pero no sólo multas y detenciones se desprenden de estos operativos
gubernamentales. A mediados del pasado año representantes del Partido
Comunista de Cuba en el municipio habanero de San Nicolás de Bari, en
compañía de agentes policiales incautaron cientos de gallos finos
a varios criadores de la zona. La operación desató fuertes
protestas por parte de los perjudicados frente a la sede de la organización
partidista local, lo que obligó a sus autoridades a devolver la totalidad
de las aves decomisadas.
Nuevamente el régimen cubano lanza otra campaña contra las "ilegalidades",
a la cual no escapan las hasta ahora "toleradas" peleas.
Sus protagonistas continúan a la defensiva, en espera de ser
reprimidos. Mientras, muchos se preguntan: ¿A quiénes sanciona la
ley?
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