CUBANET .INDEPENDIENTE

17 de febrero, 2003

La calle está durísima (I)

Oscar Mario González, Grupo Decoro

LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - El editorial del periódico Granma del 10 de enero, relativo al uso y comercialización de la droga y el posterior decreto 232 emitido 11 días después, cayeron sobre la población como una rama seca en un panal de abejas.

El olfato del hombre común, bien desarrollado por estos 44 años de tejemanejes gubernamentales, se percató de que algo bien serio se precipitaba contra la vida nacional.

Como en nuestro país (excepto la gente de "alcurnia") todos viven inmersos en el "invento" por la subsistencia, la población empezó a tomar sus medidas.

El fabricante de ron casero hizo desaparecer los dos sacos de azúcar prieta, todas las botellas de "azuquín" y también el hervidor de mosto junto con el serpentín. Otro tanto hizo el "pizzero" con los tres sacos de harina y las 50 libras de queso. La peluquera puso a buen recaudo el galón de acetona, el de agua oxigenada, así como su colección de tintes de cabello, en casa de la cuñada, que por ser directora de una empresa no participa del comercio furtivo. Su invento es de manera oficial y sin riesgos, por lo que nadie pensaría que en su casa de guardan cosas "comprometedoras".

Las prevenciones resultaron estar bien justificadas.

Las autoridades empezaron con el allanamiento de las viviendas de presuntos implicados en la droga, sembrando el miedo entre los vecinos, al estilo del Chicago de los años 20 del siglo pasado. Con gran despliegue policial, escudriñándolo todo, derrumbando techos, paredes; levantando letrinas, según lo indicara el olfato canino.

De confirmarse la presencia de drogas, cargaban con los moradores y sus propiedades más valiosas. No importa si se trataba de tres o cuatro familias que compartían el inmueble. Al parecer las órdenes eran de actuar enérgicamente, sin distingos ni contemplaciones. Debían pagar justos y pecadores, los que mataban la vaca, los que le aguantaban las patas, y aún los que nunca vieron la vaca y ni siquiera tomaron un vaso de su leche.

La acción se haría extensiva a los que alquilaban videos y a los propietarios de viviendas no autorizados, o autorizados, pero que no informaban a las autoridades sobre la presencia de inquilinos extranjeros.

Finalmente arremeterían contra dulceros, carpinteros y mecánicos particulares; barberos, vendedores de croquetas, pirulíes y chambelonas. Actualmente nadie se siente seguro.

Como acá el que no compra, vende, y la mayoría hace ambas cosas, la gente está alarmada en sentido general y de modo particular algunos andan aterrorizados. No se hace otra cosa que hablar del asunto, y como el gobierno no informa, los rumores corren de boca en boca sin que Ud. pueda discernir cuánto hay de verdad y de ficción en lo que se escucha.

Se murmura que 16 jefes de sector de la policía están detenidos en el Departamento Técnico de Investigaciones de 100 y Aldabó por implicaciones en el negocio de drogas; que si tal grupo musical o cantante famoso fue sorprendido con drogas; que si tal deportista; que si tal o más cual oficial del ministerio del Interior o del ministerio de las Fuerzas Armadas.

Para el cubano de a pie este problema es de vida o muerte; de ser o dejar de ser. Sinceramente, aquí la abrumadora mayoría de la población depende del mercado negro, y como la gente se ha replegado, uno se siente como si estuviera frente al Apocalipsis.

El bodeguero paró la venta secreta del litro de aceite y la libra de leche en polvo a su gente de confianza, porque el suministrador del almacén tiene miedo, y aunque le suministrara, él no vendería por igual razón. Parece haberse esfumado también la señora que tocaba a la puerta procedente de Artemisa con su cartón de huevos a dos pesos cada uno, de mayor calidad y tamaño que el ofertado por el gobierno. Ha dejado de sentirse el pregón en el solar, que anunciaba la reparación de la plancha eléctrica y la cocina de gas.

Todo el mundo está replegado aguardando a que pase la tormenta. Y en esa espera la gente se desespera. Sólo Clotilde permanece ecuánime y desde su pequeño cuarto del solar hace planes de compra-venta para el futuro próximo, pues piensa que todo se irá acomodando a lo de siempre. Cree firmemente que el castrismo y el "invento" son inseparables, y que uno no puede vivir sin el otro, pues este sistema, en sí mismo, es un invento raro. Que las aparentes discrepancias no son de fondo. Se trata simplemente de un matrimonio mal llevado que a veces se tira la cazuela, pero al final se reconcilia. Eso sí, por el momento hay que estar tranquilo y recogido, porque la calle está durísima.


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