La calle está
durísima (I)
Oscar Mario González, Grupo Decoro
LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - El editorial del periódico
Granma del 10 de enero, relativo al uso y comercialización de la droga y
el posterior decreto 232 emitido 11 días después, cayeron sobre la
población como una rama seca en un panal de abejas.
El olfato del hombre común, bien desarrollado por estos 44 años
de tejemanejes gubernamentales, se percató de que algo bien serio se
precipitaba contra la vida nacional.
Como en nuestro país (excepto la gente de "alcurnia") todos
viven inmersos en el "invento" por la subsistencia, la población
empezó a tomar sus medidas.
El fabricante de ron casero hizo desaparecer los dos sacos de azúcar
prieta, todas las botellas de "azuquín" y también el
hervidor de mosto junto con el serpentín. Otro tanto hizo el "pizzero"
con los tres sacos de harina y las 50 libras de queso. La peluquera puso a buen
recaudo el galón de acetona, el de agua oxigenada, así como su
colección de tintes de cabello, en casa de la cuñada, que por ser
directora de una empresa no participa del comercio furtivo. Su invento es de
manera oficial y sin riesgos, por lo que nadie pensaría que en su casa de
guardan cosas "comprometedoras".
Las prevenciones resultaron estar bien justificadas.
Las autoridades empezaron con el allanamiento de las viviendas de presuntos
implicados en la droga, sembrando el miedo entre los vecinos, al estilo del
Chicago de los años 20 del siglo pasado. Con gran despliegue policial,
escudriñándolo todo, derrumbando techos, paredes; levantando
letrinas, según lo indicara el olfato canino.
De confirmarse la presencia de drogas, cargaban con los moradores y sus
propiedades más valiosas. No importa si se trataba de tres o cuatro
familias que compartían el inmueble. Al parecer las órdenes eran
de actuar enérgicamente, sin distingos ni contemplaciones. Debían
pagar justos y pecadores, los que mataban la vaca, los que le aguantaban las
patas, y aún los que nunca vieron la vaca y ni siquiera tomaron un vaso
de su leche.
La acción se haría extensiva a los que alquilaban videos y a
los propietarios de viviendas no autorizados, o autorizados, pero que no
informaban a las autoridades sobre la presencia de inquilinos extranjeros.
Finalmente arremeterían contra dulceros, carpinteros y mecánicos
particulares; barberos, vendedores de croquetas, pirulíes y chambelonas.
Actualmente nadie se siente seguro.
Como acá el que no compra, vende, y la mayoría hace ambas
cosas, la gente está alarmada en sentido general y de modo particular
algunos andan aterrorizados. No se hace otra cosa que hablar del asunto, y como
el gobierno no informa, los rumores corren de boca en boca sin que Ud. pueda
discernir cuánto hay de verdad y de ficción en lo que se escucha.
Se murmura que 16 jefes de sector de la policía están
detenidos en el Departamento Técnico de Investigaciones de 100 y Aldabó
por implicaciones en el negocio de drogas; que si tal grupo musical o cantante
famoso fue sorprendido con drogas; que si tal deportista; que si tal o más
cual oficial del ministerio del Interior o del ministerio de las Fuerzas
Armadas.
Para el cubano de a pie este problema es de vida o muerte; de ser o dejar de
ser. Sinceramente, aquí la abrumadora mayoría de la población
depende del mercado negro, y como la gente se ha replegado, uno se siente como
si estuviera frente al Apocalipsis.
El bodeguero paró la venta secreta del litro de aceite y la libra de
leche en polvo a su gente de confianza, porque el suministrador del almacén
tiene miedo, y aunque le suministrara, él no vendería por igual
razón. Parece haberse esfumado también la señora que tocaba
a la puerta procedente de Artemisa con su cartón de huevos a dos pesos
cada uno, de mayor calidad y tamaño que el ofertado por el gobierno. Ha
dejado de sentirse el pregón en el solar, que anunciaba la reparación
de la plancha eléctrica y la cocina de gas.
Todo el mundo está replegado aguardando a que pase la tormenta. Y en
esa espera la gente se desespera. Sólo Clotilde permanece ecuánime
y desde su pequeño cuarto del solar hace planes de compra-venta para el
futuro próximo, pues piensa que todo se irá acomodando a lo de
siempre. Cree firmemente que el castrismo y el "invento" son
inseparables, y que uno no puede vivir sin el otro, pues este sistema, en sí
mismo, es un invento raro. Que las aparentes discrepancias no son de fondo. Se
trata simplemente de un matrimonio mal llevado que a veces se tira la cazuela,
pero al final se reconcilia. Eso sí, por el momento hay que estar
tranquilo y recogido, porque la calle está durísima.
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