Un tronco de
agente
José Gabriel Ramón Castillo, ICD Press
SANTIAGO DE CUBA, febrero (www.cubanet.org) - El día de Navidad me
convertí en miembro de los órganos de la Seguridad del Estado. Sí,
señores, no se asombren. Yo, Pepín, el conocido opositor que
ustedes conocen, por obra y gracia del espíritu de los cuarenta y tres años
en el poder, pertenezco ya al probado aparato policiaco del Comandante en Jefe;
sí, ese mismo, el que ha ganado notoriedad dentro y fuera de Cuba por sus
increíbles proezas, como la de haber capturado a decenas de hombres CIA e
impedido más de quinientos atentados al máximo líder.
El ritual de iniciación se produjo nada más y nada menos que a
la altura de un quinto piso, en la habitación 328 del majestuoso hotel
Melía Santiago, entre una bandeja de saladitos, pollo frito y cervezas
Hatuey, de ahí el nombre de agente asumido entre carcajadas e ironía
dado que al momento del bautizo evoqué el supuesto del extinto opositor
Diosdado Marcelo Amelo Rodríguez -Taíno-, a quien se pretendió
manipular hasta después de muerto cuado fue presentado como un super
agente ante los suyos.
La escondida reunión no tuvo nada del otro mundo. No hubo Himno
Nacional, no hubo bandera tricolor, no hubo carné del DSE, no hubo
solemnidad, no hubo nada. Sólo algo que me dejó perplejo: ver a un
obstinado oficial encaprichado en hacerme agente contra toda lógica y
descubrir que los productos que consumimos habían sido traídos de
la calle porque al parecer a mis anfitriones no les asignaron divisas para la
estancia en este lugar. Al ver este inusitado procedimiento, por la poca
consideración que tuvieron con ellos, estuve a punto de decirle que eso
era una tacañería de la jefatura cuando, si iban a reclutar al más
destacado opositor en Santiago de Cuba, había que gastársela toda
conmigo. Gracias a Dios que me contuve a tiempo, si no mi reclutamiento momentáneo
hubiese fracasado.
La cosa del alistamiento comenzó específicamente el 25 de
noviembre cuando me arrestaron en plena vía pública e impidieron
mi participación en el "Taller Lenguaje de la Oposición Cívica
Cubana: por un vocabulario común". Cuando el tour con todos los
gastos pagos. Cuando me llevaron a Villa San Juan, donde permanecí
secuestrado hasta la conclusión del evento de marras, entre saladitos,
pollo frito y refresco Najita empecé a manejar la idea de convertirme en "seguroso"
y tomar así una proyección completamente conspirativa, pues pensé
que podía contribuir desde dentro también a la libertad que tanto
añoramos, cuando supe que ya había tolerancia en Cuba y que los márgenes
del consentimiento oficial oscilan entre diez y quince personas por actividades
siempre que se hagan bajo techo.
Al gobierno, ciertamente, no le interesa ya que sus agentes sean
profesionales, ni estén tan convencidos de la ideología
marxista-leninista. Le interesa nada más que sean hombres a su servicio,
y paga los honorarios que sean necesarios. La palabra de orden es controlar y
neutralizar el accionar oposicionista para no verse obligado a emplear la fuerza
(represión). No creo que esta táctica la pueda mantener mucho
tiempo. La masa opositora crece por día en el país y como el afán
de los gobernantes es mantenerse en el poder, sin cambios, el sistema, tarde o
temprano se verá obligado a tomar medidas enérgicas en la medida
que se vayan produciendo acciones opositoras de mayor envergadura.
Presumo que a estas alturas de la crónica, los lectores ya habrán
sacado las conclusiones del caso. Como supongo yo que Ramiro Tamayo, el
diligente capitán represivo con cara de buena gente, al que trato de
interpretar cuando escucho su extraviado discurso, y por el que me doy cuenta de
cuántas víctimas de ignorancia plural hay en el país.
Estupefacto, sugerirá un nuevo intento, esta vez con todos los hierros:
micrófono y cámara oculta y quién sabe si hasta proponga la
idea, para que no haya fallo, de llevar de compañía una apetitosa
jinetera.
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