Trampas de la
vida
Rafael Ferro Salas
PINAR DEL RÍO, febrero (www.cubanet.org) - "¡Debe estar
preso de por vida; es lo que merece por contrarrevolucionario!"
La mujer dijo la frase con todo el odio del mundo en la voz. Se llevaban al
hombre en el auto policial. Una señora imploraba a los policías en
vano.
"La madre tiene la culpa de la conducta del hijo. Ella también
es contrarrevolucionaria. Debía estar presa con el hijo", volvió
a gritar la mujer para que todas la gente allí reunida la escuchara.
Gozaba soltando su odio contra la vieja y el hombre que se llevaban detenido.
Al rato la calle quedó desierta. La señora entró en su
casa secándose las lágrimas con un viejo pañuelo. Por la
noche llegaron a visitarla unos amigos del hijo preso. Trataban de animarla dándole
esperanzas. Los visitantes compartían ideas con el hijo de la anciana.
"Esa mujer gritó esas cosas porque es una privilegiada del
gobierno. Su esposo es funcionario del estado. Sus gritos eran parte de su
compromiso hipócrita con el gobierno".
Los demás apoyaron en silencio lo expresado por el que había
hablado. Cuando se fueron la mujer quedó en la sala mirando una foto del
hijo que colgada de una pared. Parecía esperanzada, confiaba quizás
en el tiempo.
Tres años después hubo otra detención en el mismo
barrio. Los policías se llevaban a un muchacho. Habían efectuado
una redada grande, con muchos registros en la zona. Se detectó una red de
vendedores de drogas.
La anciana vio desde el portal cómo se llevaban al joven. Le parecía
que todo se repetía como en aquella ocasión en que se llevaron a
su hijo. También vio salir detrás de los policías a una
mujer que lloraba y suplicaba a los uniformados.
Un hombre llegó despacio hasta donde la mujer y le dijo casi al oído:
"La vida está llena de trampas, mi vieja. Hace unos años esa
mujer apoyaba la detención del hijo de usted. Ahora se llevan preso al de
ella por drogadicto. Eso me da pena. Su hijo de usted fue preso por defender sus
ideales. El hijo de esta mujer no tiene nada que defender".
La mujer sonrió triste y contestó con una voz que parecía
una caricia:
"Es una lástima, en aquella ocasión ella olvidó
que también es madre. Quizás desde su posición se sintió
intocable, pero ¡Dios mío!, los hijos son los hijos y la vida es
como usted dice: tiene sus trampas".
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