Campaña
antidrogas en Cuba: ¿Otra batalla secreta?
Lázaro Raúl González, CPI
HERRADURA, febrero (www.cuganet.org) - Drogas. La maldita palabra que
esclaviza a millones de personas en el planeta está cada día más
en boca de los cubanos. Después que el pasado 10 de enero el régimen
reconoció su existencia en la Isla, ahora todo el mundo habla de las
drogas como un fenómeno creciente, latente aquí igual que en
cualquier otro país.
La ocasión ha servido otra vez para que el oficialismo y su prensa
demuestren su añejo miedo a tomar el toro por los cuernos en la plaza pública.
Aparentemente el régimen se dispone a dar otra batalla a espaldas del
escrutinio popular.
Después que el gobierno reconoció la circulación de la
droga dentro del territorio nacional se han producido decenas de registros,
decomisos y arrestos en toda la Isla. Sin embargo, estos incidentes no han sido
reflejados por los medios de comunicación nacionales.
Cuando el domingo 26 de enero uno de los canales de la TV cubana quiso
mostrar cómo destruye la droga a la gente, no encontró un
documental de factura nacional. Cuba-Visión tuvo que exhibir un material
estadounidense que mostraba la drogadicción en West Palm Beach.
Sobre los jóvenes habaneros, pinareños o santiagueros víctimas
de los estupefacientes, ni una palabra. Tampoco sobre la tragedia de las
familias cubanas, tan arruinadas por el flagelo de la droga como cualquier
familia americana que esté en el mismo caso.
Como ha sido la norma desde que hace más de cuatro décadas, el
gobierno se apropió de todos los medios de prensa. Los chismes y rumores
están también esta vez sustituyendo a la información periodística
objetiva que necesita la población.
Las noticias corren de boca en boca:
"¿Oíste decir que en la Víbora la policía le
registró las partes íntimas a una mujer buscándole droga?"
"Dicen que en Consolación la policía le cogió
cantidad de droga a una mujer debajo del colchón y dentro de las cañerías".
"¡Ayer la policía acabó en la calle Delicias!"
Este sistema juglar de transmitirse las noticias, frecuentemente distorsiona
los hechos, mutilándolos o sobredimensionándolos, de acuerdo con
el ánimo de la fuente.
Al ser consultada acerca del silencio de la prensa oficialista sobre la
arremetida contra los narcotraficantes, la mayoría de la gente muestra su
desconcierto.
"No sé por qué no le hacen saber al pueblo la verdad de
lo que está pasando", dijo a la CPI una ama de casa pinareña
de 47 años. "Mientras no conozcamos las razones de tanto secretismo
sólo nos queda especular".
Y en efecto, la gente especula. Para Mario G., un profesor habanero de 39 años,
"la ubicación social de muchos de los implicados en el asunto podría
ser una de las causas que definen el carácter de guerra sucia de esta
campaña contra el tráfico y tenencia de drogas. En Cuba ningún
campesino ni proletario tiene posibilidad económica para adquirir drogas.
Si se hurga bien en el asunto podrían aparecer muchos hijos de papá".
Según Mario, lo malo es que papá podría ser embajador,
viceministro, teniente coronel, o al menos dirigente empresarial.
También resulta incierta la escrupulosidad legal de las autoridades
que están ejecutando la campaña antidrogas. "Por más
criminales que sean los implicados con la droga, son seres humanos con derechos
iguales a los de cualquier otro ciudadano. También deben ser respetados
los derechos de sus familias", opinó el especialista.
Por su prescindencia de procedimientos legales, y por su metodología
secretista, propias de un estado policiaco, la campaña que ahora se
inicia contra el flagelo de la droga recuerda la que hace una década se
emprendió contra la prostitución.
Aquella batalla casi secreta, de la cual la prensa nunca habló, no
dio resultados positivos. Por las calles de toda Cuba las jineteras siguen
haciendo su trabajo.
Si ahora se repiten los métodos secretistas ¿no se repetirá
también el fracaso?
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
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