Por el cese
de las limitaciones en el trabajo y su retribución
Miriam Leiva
LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) -
Todos Unidos, movimiento que agrupa
a más de 150 organizaciones disidentes, opositoras y de derechos humanos,
promueve el Proyecto Varela como fundamento jurídico y político
para propiciar beneficios a todos los cubanos. En este contexto, emitió
en diciembre de 2002 el documento "Cuba: Propuesta de Medidas para Salir de
la Crisis".
La Medida 9: "Los trabajadores de oficios y artesanos podrán
trabajar libremente en sus habilidades, cobrar por ello directamente y crear
todo tipo de talleres, empresas cooperativas", está muy vinculada a
la Medida 10: "Todos los artistas (músicos, cantantes, actores,
bailarines, pintores, escultores ...), así como los escritores podrán
cobrar directamente por sus obras o actuaciones sin necesidad de autorización
o permiso del Estado, ni tener que pagar a intermediarios estatales la mayor
parte de las ganancias".
En el mundo del siglo XXI estos reclamos parecen increíbles, pues
esas actividades han contribuido a la evolución de la humanidad y
constituyen derechos establecidos desde tiempos inmemoriales. No obstante, en la
Mayor de las Antillas existen limitaciones muy rígidas para el libre
ejercicio de la creatividad, ofrecer servicios imprescindibles en el hogar y los
centros laborales, satisfacer las necesidades espirituales de los conciudadanos,
y a cambio recibir una adecuada remuneración.
Se supone que el Estado, al restringir todas esas posibilidades, fuera capaz
de suministrarlas. Nada más lejano a la realidad. La ineficiencia se adueñó
del país, se incrementaron los trámites para lograr el más
mínimo servicio, y la libreta de racionamiento estranguló la
oferta de bienes.
Por su parte, los artistas, pintores, músicos, cantantes, escritores,
debieron abrirse paso por un estrecho laberinto de prohibiciones creativas. Por
ejemplo, sólo era válida la llamada música típicamente
cubana. Los Beatles estuvieron perseguidos por décadas.
Comerciar obras de arte, editar libros y realizar exposiciones o actuaciones
en el extranjero era prácticamente impensable. Se debía cumplir
los convenios con los países socialistas y, en muy contadas excepciones,
alguien podía contratarse en otras plazas, casi siempre a través
de la empresa estatal correspondiente, con dificultades para recibir parte del
pago.
A partir de 1993, cuando sobrevino la crisis económica, el gobierno
se vio impelido a realizar limitadas reformas económicas con vistas a
facilitar servicios indispensables a la población. Se otorgaron licencias
para desempeñar ciertos oficios y se establecieron las ferias de
artesanos, pintores y otros creadores. Se abrieron galerías de arte
privadas. Se aflojó la mano con artistas e intelectuales que comenzaron a
ser contratados para actuaciones, especialmente músicos, cantantes y
cuerpos de baile, y publicar obras en el exterior.
La limitada apertura nunca autorizó a abrir talleres de oficios ni
artesanales, mucho menos miniempresas o cooperativas. La actualidad empresarial
privada es privilegio de los extranjeros. Se ha coartado el caudal de
conocimientos y laboriosidad de los cubanos, al tiempo que se restringen las
profesiones a ejercer y el otorgamiento de nuevos permisos.
Por otra parte, cuando se conversa con ceramistas, pintores y otros
creadores, ellos manifiestan el interés por establecer sus talleres,
donde además de laborar pudieran comercializar sus obras y trasladar sus
conocimientos mediante la enseñanza privada. Incluso algunos artistas y
dueños de las galerías, ahora cerradas por el gobierno, han
realizado proyectos comunitarios mediante la impartición de clases
gratuitas a niños y jóvenes, así como la entrega de
donaciones de materiales a las escuelas.
Si bien ellos gozan de cierta flexibilidad para la contratación o
venta en el extranjero, requieren de permisos gubernamentales, sobre todo para
salir y regresar al país. Esta situación se relaciona con lo
contemplado en la Medida 16: "Todos los deportistas y entrenadores cubanos
podrán practicar sus especialidades profesionalmente en Cuba y el
extranjero". Hoy internamente resulta imposible, en tanto quienes desean
contratarse afuera tienen que huir aprovechando algún evento competitivo
internacional y enfrentar el ostracismo.
Una profusa burocracia se asegura de que los trámites para cualquier
gestión sean muy complicados. Garantiza el buen cumplimiento de todas las
directivas y reglamentos existentes para ahogar la creación y la libertad
de movimiento, y vela porque no "se enriquezcan" lícitamente
personas que en su mayoría contribuyen a aliviar las carencias materiales
y espirituales de sus compatriotas.
Un ciudadano libre económicamente también lo es políticamente.
El gobierno teme a perder el control absoluto por esa vía. Es más
fácil conculcar los derechos.
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