CUBANET .INDEPENDIENTE

4 de febrero, 2003

Por el cese de las limitaciones en el trabajo y su retribución

Miriam Leiva

LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - Todos Unidos, movimiento que agrupa a más de 150 organizaciones disidentes, opositoras y de derechos humanos, promueve el Proyecto Varela como fundamento jurídico y político para propiciar beneficios a todos los cubanos. En este contexto, emitió en diciembre de 2002 el documento "Cuba: Propuesta de Medidas para Salir de la Crisis".

La Medida 9: "Los trabajadores de oficios y artesanos podrán trabajar libremente en sus habilidades, cobrar por ello directamente y crear todo tipo de talleres, empresas cooperativas", está muy vinculada a la Medida 10: "Todos los artistas (músicos, cantantes, actores, bailarines, pintores, escultores ...), así como los escritores podrán cobrar directamente por sus obras o actuaciones sin necesidad de autorización o permiso del Estado, ni tener que pagar a intermediarios estatales la mayor parte de las ganancias".

En el mundo del siglo XXI estos reclamos parecen increíbles, pues esas actividades han contribuido a la evolución de la humanidad y constituyen derechos establecidos desde tiempos inmemoriales. No obstante, en la Mayor de las Antillas existen limitaciones muy rígidas para el libre ejercicio de la creatividad, ofrecer servicios imprescindibles en el hogar y los centros laborales, satisfacer las necesidades espirituales de los conciudadanos, y a cambio recibir una adecuada remuneración.

Se supone que el Estado, al restringir todas esas posibilidades, fuera capaz de suministrarlas. Nada más lejano a la realidad. La ineficiencia se adueñó del país, se incrementaron los trámites para lograr el más mínimo servicio, y la libreta de racionamiento estranguló la oferta de bienes.

Por su parte, los artistas, pintores, músicos, cantantes, escritores, debieron abrirse paso por un estrecho laberinto de prohibiciones creativas. Por ejemplo, sólo era válida la llamada música típicamente cubana. Los Beatles estuvieron perseguidos por décadas.

Comerciar obras de arte, editar libros y realizar exposiciones o actuaciones en el extranjero era prácticamente impensable. Se debía cumplir los convenios con los países socialistas y, en muy contadas excepciones, alguien podía contratarse en otras plazas, casi siempre a través de la empresa estatal correspondiente, con dificultades para recibir parte del pago.

A partir de 1993, cuando sobrevino la crisis económica, el gobierno se vio impelido a realizar limitadas reformas económicas con vistas a facilitar servicios indispensables a la población. Se otorgaron licencias para desempeñar ciertos oficios y se establecieron las ferias de artesanos, pintores y otros creadores. Se abrieron galerías de arte privadas. Se aflojó la mano con artistas e intelectuales que comenzaron a ser contratados para actuaciones, especialmente músicos, cantantes y cuerpos de baile, y publicar obras en el exterior.

La limitada apertura nunca autorizó a abrir talleres de oficios ni artesanales, mucho menos miniempresas o cooperativas. La actualidad empresarial privada es privilegio de los extranjeros. Se ha coartado el caudal de conocimientos y laboriosidad de los cubanos, al tiempo que se restringen las profesiones a ejercer y el otorgamiento de nuevos permisos.

Por otra parte, cuando se conversa con ceramistas, pintores y otros creadores, ellos manifiestan el interés por establecer sus talleres, donde además de laborar pudieran comercializar sus obras y trasladar sus conocimientos mediante la enseñanza privada. Incluso algunos artistas y dueños de las galerías, ahora cerradas por el gobierno, han realizado proyectos comunitarios mediante la impartición de clases gratuitas a niños y jóvenes, así como la entrega de donaciones de materiales a las escuelas.

Si bien ellos gozan de cierta flexibilidad para la contratación o venta en el extranjero, requieren de permisos gubernamentales, sobre todo para salir y regresar al país. Esta situación se relaciona con lo contemplado en la Medida 16: "Todos los deportistas y entrenadores cubanos podrán practicar sus especialidades profesionalmente en Cuba y el extranjero". Hoy internamente resulta imposible, en tanto quienes desean contratarse afuera tienen que huir aprovechando algún evento competitivo internacional y enfrentar el ostracismo.

Una profusa burocracia se asegura de que los trámites para cualquier gestión sean muy complicados. Garantiza el buen cumplimiento de todas las directivas y reglamentos existentes para ahogar la creación y la libertad de movimiento, y vela porque no "se enriquezcan" lícitamente personas que en su mayoría contribuyen a aliviar las carencias materiales y espirituales de sus compatriotas.

Un ciudadano libre económicamente también lo es políticamente. El gobierno teme a perder el control absoluto por esa vía. Es más fácil conculcar los derechos.


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