Pablo Alfonso. El
Nuevo Herald, septiembre 26, 2002.
Hace casi un año, cuando el huracán Michelle tocaba a las
puertas de Cuba, Fidel Castro minimizó sus consecuencias calificándolo
de ''cicloncito'' sin importancia.
Para el dictador cubano, que acababa de hablar durante horas en la televisión
nacional sobre la crisis económica mundial, eso era lo realmente
importante, según dijo entonces.
Al final, Michelle fue el huracán más devastador que ha
afectado a Cuba en los últimos cincuenta años.
El 45 por ciento del territorio de la isla, que alberga al 53 por ciento de
la población, resultó afectado.
''Podemos afirmar que ninguno de los huracanes que cruzó nuestro país
provocó daños económicos de esta amplitud'', declaró
un compungido Carlos Lage, en una comparecencia difundida por la radio y la
televisión nacional horas después del azote de Michelle, aquel 6
de noviembre del 2001.
Ahora, diez meses después, Castro acaba de repetir esa tesis cuando
la pasada semana afirmó que más daño le hacía a Cuba
el aumento del precio del petróleo que el huracán Isodore.
''No hay ningún problema, hay 20 cosas que pasan en el mundo todos
los días, cuando el precio del petróleo sube y le hacen mucho más
daños al país que el ciclón'', afirmó Castro tras
clausurar una conferencia de economistas latinoamericanos en el Palacio de las
Convenciones de La Habana, mientras Isidore se dirigía hacia Pinar del Río.
Quizás en términos macroeconómicos el dictador cubano
pudiera tener razón. Pero sin duda que para los residentes de las zonas
afectadas; para quienes han visto destruidas sus viviendas y perdido sus escasos
bienes personales, el precio del petróleo y la crisis económica
internacional, les importa un bledo.
Afortunadamente Isidore sólo afecto una porción del territorio
occidental. Sin embargo, las cifras oficiales de la Defensa Civil, hablan ya de
13,169 viviendas dañadas en la provincia de Pinar del Río, 1,659
de ellas con derrumbe total, mientras que en la Isla de la Juventud (antigua
Isla de Pinos) se reportan 1,600 viviendas afectadas, de ellas 175 con derrumbe
total.
A esas cifras preliminares habría que añadir el derrumbe de
unas 17,000 toneladas de cítricos todavía verdes; y decenas de
hectáreas de cultivos de plátanos, yuca, maíz y frijoles
con daños de consideración. No hay cifras oficiales sobre el daño
ocasionado por Isidore a los cultivos de tabaco, aunque los informes iniciales
los han calificado de "cuantiosos''.
Mientras que Isidore se ensañaba en la porción occidental de
Pinar del Río, la prensa oficial se encargaba de destacar "el
aliento" que Castro inspiraba a los pinareños, cuando se instaló
en las oficinas provinciales del Partido Comunista en esa región.
Uno de esos artículos, publicado el pasado sábado en Granma es
todo un clásico del culto a la personalidad. Aquí van algunas
citas:
"... el Comandante en Jefe -como ya nos tiene acostumbrados ante
este tipo de contingencias-, comenzó por preguntar detalles ...''.
"... el líder de la Revolución ordenó la
comunicación inmediata con el radar meteorológico de La Bajada y
utilizando un teléfono estableció un puente de informaciones
...''.
"... orientó medidas urgentes para minimizar las pérdidas
en el cítrico ...''.
"... dio instrucciones precisas para la recuperación de
las viviendas ...''.
"... en sus orientaciones al Estado Mayor, Fidel pidió
valorar con urgencia ...''.
Pero lo que merece mención aparte es este párrafo: "María
del Carmen Concepción, primera secretaria del Partido en la provincia,
informó a Fidel que mucho antes de que Isidore se acercara a tierra, ya
estaban evacuadas más del 100% de las 97,000 personas previstas''.
¡Más del 100%, qué tremenda eficiencia organizativa!
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