Nuevo curso
escolar: mitos y realidades (I)
Víctor Rolando Arroyo, UPECI
PINAR DEL RIO, septiembre (www.cubanet.org) - Tras cuarenta años de
espera y no pocos desaciertos, el sistema educacional cubano cuenta, al decir de
los jerarcas oficiales, con las condiciones adecuadas para que el país
ascienda a la cúspide mundial en la docencia.
La crisis por la que transitaba la educación en Cuba, tantas veces
negada por el oficialismo, hoy se anuncia que ha sido superada. La emergencia ha
venido en su ayuda, pues el diezmado número de maestros y profesores se
ha nutrido de varios miles de jóvenes que en su momento fueron
desechados, y tras un reciclaje de varios meses han sido convertidos en maestros
generales integrales, que al decir del caudillo nacional "constituyen una
revelación mundial en términos educacionales".
Cientos de edificaciones escolares de la capital, que al paso de años
de olvido e indolencia daban un aspecto nada diferente al resto del entorno, han
recibido con la "emergencia" propia del sistema los beneficios de las
reparaciones, de cuya calidad hasta el propio caudillo nacional duda, pues en el
acto de conclusión de este programa reconstructivo ordenaba tener listas
a empresas constructoras para arreglar con urgencia lo que se había hecho
con emergencia.
La opinión pública cubana, ya adaptada a estos safaris ideológicos,
hace mohines, pues en realidad el problema es nacional y la cura aplicada apenas
alcanza para la capital del país. Ya sea en el estado de las
edificaciones como en la cantidad de nuevos docentes.
Por otra parte, aún subsiste la estampida de miles de maestros y
profesores de las aulas, y no se vislumbra solución a las causas que la
generaron: pésimas condiciones de trabajo y bajos salarios.
La inmensa mayoría del profesorado cubano imparte docencia sin la
seguridad de un almuerzo o merienda durante la jornada laboral. Los pocos que
pueden aspirar a un almuerzo dependen de la benevolencia de los directivos de
alguna institución productiva (que posea comedor obrero) cercana a la
escuela.
Un elevado porcentaje del personal docente debe realizar otras labores
ajenas a su perfil profesional en busca de pagos adicionales que disminuyan el déficit
financiero personal.
El salario básico de un docente cubano ronda los 11 dólares
mensuales y puede alcanzar los 20 dólares en dependencia de los estímulos
que reciba según sea su participación en actividades políticas,
principal requisito para clasificar al profesor como destacado en el sistema
emulativo y evaluativo, más interesado en las actividades extradocentes
(como desfiles, trabajos agrícolas e influencia ideológica en el
alumnado) que en la docencia.
¿Qué pasará con estos nuevos maestros y profesores cuando
al paso de algunos años la euforia del inicio transite hacia la comparación
crítica?
¿Se generará un nuevo éxodo de profesores y maestros, si
sabemos que la motivación de éstos ha sido más económica
que de vocación magisterial?
¿Cuándo en el resto del país se logrará contar con
edificaciones, aulas y mobiliario adecuado? Existen repetidos casos de
apologizados programas oficiales que no han rebasado los límites de la
capital, olvidando la promesa de su extensión al resto del país.
Queda por analizar lo que es sin dudas el aspecto de mayor impacto en la
sociedad cubana: lo concerniente al rediseño de los programas de enseñanza
con la introducción del maestro general-integral.
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