Roberto A. Weill /
El Nuevo Herald,
septiembre 4, 2002.
Posterior al 11 de septiembre Estados Unidos les declaró la guerra a
los ''enemigos de la libertad''. Dentro de este selecto grupo se encuentran los
países que avalan al terrorismo estatal, como Irak, Irán, Corea
del Norte y Afganistán. Este último ha quedado liberado gracias a
la acción norteamericana contra el gobierno totalitario talibán.
Dentro de este grupo falta el más antiguo régimen terrorista del
planeta, Castrotistán, en el seno del mar Caribe.
En efecto, posterior a la guerra caliente en la Sierra Maestra en 1959, el
genocida entonces en potencia de Fidel Castro le declaró al pueblo cubano
y a la civilización occidental, liderada por Estados Unidos, una guerra
civil ''fría'' sustentada en el terrorismo de estado. La cultura de la
violencia como arma política se entronizó en las Américas
desde su base caribeña, desestabilizando la región, promoviendo el
ineficiente socialismo y apoyando los métodos radicales para defenestrar
la democracia representativa como pilar de desarrollo nacional.
Los apologistas de este hábil genocida con 43 años en el poder
justifican sus acciones terroristas contra los cubanos y vecinos regionales
argumentando la ausencia de derechos nacionales y civiles o la mal llamada
''justicia social'' en los países en desarrollo. La única
respuesta para la cultura de la violencia y el terror castrista es resolver, a
cualquier costo, las diferencias sociales en los países latinoamericanos,
argumentan estos defensores.
Es éste un argumento plagado de irreverencia histórica. Si la
causa del terrorismo estatal, la dictadura y el atropello de ciudadanos es la
falta de derechos civiles, entonces las miles de luchas por los derechos civiles
en el mundo estarían plagadas de actos de terrorismo. Epopeyas como las
de Mahatma Gandhi, Martin Luther King y la revolución anticomunista de
Europa del este son ejemplos de luchas por los derechos civiles con total
ausencia de actos terroristas anticiudadanos. Estos líderes eran demócratas,
no terroristas. Profesaron respeto por la vida humana y la santidad de la
libertad civilizada.
Muy por el contrario los terroristas genéticos como Fidel Castro o
Saddam Hussein y su régimen profesan una muy contraria creencia. Están
convencidos convenientemente de todo lo contrario. Para ellos la causa que
apoyan es holística. Es total y justifica todos los medios para su fin.
Les permite violar cualquier norma, ley o código moral violentando y
haciendo polvo los derechos humanos, avalados por los países civilizados
después de siglos de evolución. En verdad hay un nombre para esta
doctrina holística basada en el mal: totalitarismo.
El totalitarismo es la base estructural, filosófica y operativa del
terrorismo. Se sustenta en la ignorancia política de los pueblos
atrasados y en el lavado de cerebro ejercido sobre los mismos. Tan sólo
un gobierno totalitario puede adoctrinar a seres humanos a convertirse en máquinas
asesinas y atropelladoras de civiles sin ningún tipo de inhibición
o código moral. Los más sangrientos líderes terroristas han
sido modelos de totalitarismo estatal. Tan sólo es necesario recordar en
el siglo XX la estela asesina de totalitarios como Lenin, Stalin, Hitler,
Gadhaffi, Saddam Hussein, Pol Pot, Osama bin Laden y el decano, Fidel Castro.
Para estos líderes totalitarios y terroristas la democracia es su
peor enemigo. El debate abierto y civilizado de ideas y el respeto por la vida
humana, pilares del sistema democrático, son el mejor antídoto
contra el veneno de los regímenes totalitarios y su arma instrumental, el
terrorismo de estado, sustento de su poder político.
Hace pocos días el mundo presenció cómo el genocida de
43 años de Cuba, Fidel Castro, mostró el dantesco espectáculo
de garantizar de por vida, constitucionalmente, el régimen totalitario
que le ha mantenido en el poder. La cultura de la violencia terrorista avalada
constitucionalmente. Nefasto ejemplo para toda la región latinoamericana.
Es hora de que Estados Unidos y lo Coalición para Preservar la Libertad
erradiquen a Castrotistán del seno de las Américas.
Fundador y presidente de la Universidad de la Libertad Friedrich Hayek.
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