¿Elecciones
para qué?
Oscar Mario González, Grupo Decoro
SANTA CLARA, octubre (www.cubanet.org) - Con absoluta apatía e
indiferencia los cubanos irán a las urnas, convocados por el gobierno y
avisados desde las siete de la mañana con el toque a la puerta del
diligente activista del CDR.
Los cubanos conocen que aquella revolución triunfante del 1º. de
enero de 1959 traía como principal promesa el restablecimiento de la vida
constitucional de la nación mediante la celebración de elecciones
libres y en el más breve tiempo posible.
Sobre tan halagüeñas perspectivas pudo aquel movimiento
triunfante ganarse el favor de un pueblo, noble en el sentir, sano de
pensamiento y generoso en el apoyo.
Pasados los primeros meses de aquel triunfo, un mutismo absoluto de los que
ostentaban el poder rodeaba el tema de los comicios prometidos. Las
instituciones civiles de entonces, con justificadas dudas y buena dosis de
perspicacia, reclamaban una respuesta clara.
A la cabeza de tales exigencias estaba la prensa, con su reconocido
prestigio, compuesta de una veintena de periódicos de circulación
nacional e innumerables diarios de circulación local.
Al principio, los recién estrenados gobernantes respondían con
evasivas edulcoradas con demagogia patriotera. Un día, el entonces primer
ministro Fidel Castro respondía con la frase: ¿Elecciones para qué?
Al cabo de más de cuatro décadas esta frase se vuelve contra
su creador, como duende de dos cabezas o cuchillo de doble filo. Hoy, con
independencia de los resultados previsibles, el cubano, en lo más hondo
de su corazón y lo más íntimo de su pensamiento, se
pregunta: ¿Elecciones para qué? ¿Para qué sigan en el
poder aquellos que habiendo jurado respeto y lealtad a la República, y
prometido mejorarla y perfeccionarla se adueñaron de ella matándola
y sepultándola? ¿Para que sigan gobernando los mismos que después,
so pretexto de que aquélla era una pseudorepública, impusieron en
su lugar una dictadura totalitaria cuya sumisión al ex imperio soviético
estaba consagrada en la Constitución? ¿Para que sigan en sus puestos
los que han hecho retroceder el desarrollo del país hasta situarlo en los
últimos lugares dentro del contexto de los países
latinoamericanos?
¿Elecciones para qué?
¿Para que el cubano siga discriminado en su propio país, privado
del derecho a emprender negocios y a disfrutar de las mejores playas y hoteles,
reservados a los extranjeros? ¿Para que sigan perdiendo la vida nuestros jóvenes
en el estrecho de Florida?
¿Elecciones para qué?
¿Para que el trabajador siga devengando salarios que no alcanzan para
comer y lo obligan a vivir en la ilegalidad, sustrayendo recursos que vende a
otro que a su vez revende a un tercero?
¿Elecciones para qué?
¿Para que el cubano siga obligado a aplaudir en las plazas y simulando
lealtad a lo que detesta, para que cualquier voz discrepante que intente llevar
otro mensaje al ciudadano sea acallada con los recursos de la coerción,
el chantaje o el encarcelamiento?
En Cuba sí hacen falta elecciones, pero no éstas que se
ofrecen y que pretenden perpetuar las sombras que enlutan a la nación.
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