En el trópico
comunista
Lázaro Raúl González, CPI
HERRADURA, octubre (www.cubanet.org) - Cada vez que en el Atlántico o
en el Caribe empieza a organizarse un huracán los cubanos comienzan a
rogarle a Dios "por favor, que se vaya por otro lugar".
No pueden hacer mucho más. Prepararse para una guerra contra el mal
tiempo exige recursos que en la isla no hay, pues han sido gastados en la diaria
batalla por la subsistencia, que obviamente tuvo lugar ayer.
El gobierno que se declara listo para descalabrar a los americanos en cuanto
den una oportunidad, en realidad no ha conseguido más que empobrecer y
flagelar a la sociedad cubana hasta convertir la existencia de los nacionales en
una calamidad permanente.
Bajo el actual estado de cosas conseguir los alimentos y el combustible de
hoy es una ardua tarea, pero conseguir el lunes lo que se necesitará de
martes a sábado es una meta que pocos se proponen y que casi nadie
consigue, aún cuando haya sido definitivamente advertido que "el
ciclón nos va a dañar".
De tal modo, cuando a la isla se le echa encima un huracán
generalmente llueve sobre lo mojado. Miles de familias tienen que pasar los días
del temporal a oscuras, desinformadas y hambreadas. La situación previa
al huracán no permitía otras posibilidades.
Ni siquiera en los comercios de los pueblos rurales se encuentran productos
del agro como yuca, boniato, plátano y malanga. En los mercados privados
de las ciudades es posible adquirir arroz, frijoles y carne de cerdo, pero a
precios elevados. Los alimentos enlatados, apropiados para situaciones de
emergencia, están absolutamente fuera del poder adquisitivo de la mayoría.
Sin embargo, ante la inminencia de un ciclón lo que más aflige
a los cubanos es el mal estado de sus viviendas. Pese a que las autoridades
consideran que se encuentra en mal estado alrededor de una tercera parte del
fondo habitacional del país, diversas fuentes coinciden en señalar
que más del 50 por ciento de los inmuebles cubanos no están en
condiciones de resistir un huracán de mediana intensidad.
Y si no es fácil construir nuevas viviendas, o al menos reconstruir
las viejas, es por la aguda escasez y consecuentes altos precios de los
materiales. Conseguir una tabla, unos clavos y un martillo es punto menos que
imposible, incluso bajo alerta ciclónica.
La situación de penuria y falta de preparación no perjudica sólo
al pueblo, las empresas y organismos estatales están "en cueros"
y virtualmente incapacitados para enfrentar exitosamente contingencias naturales
de regular o menor envergadura.
El año pasado, cuando el huracán Michelle atravesó la
isla por la región central, en la provincia Pinar del Río
estuvimos seis días sin servicios de electricidad y agua, desabastecidos
y sin telecomunicaciones, pese a que el huracán pasó a cientos de
kilómetros de Pinar del Río.
Este año, con el huracán Isidore, se repitió la situación.
A pesar de que el ciclón sólo tocó la provincia Pinar del
Río en su extremo más occidental, en Herradura, ubicada en la zona
oriental del territorio, estuvimos varios días sin los servicios que nos
distinguen de una tribu amazónica: ni electricidad, ni combustible, ni
alimentos, ni radio, ni periódicos, ni agua...
En tan mala situación estamos que los mismos preparativos previos a
la llegada de un huracán pueden causar serios daños. En víspera
de la llegada de Isidore, al tratar de acondicionar la casa de mi madre, estropeé
el arruinado techo por varios lugares. Para asegurar de algún modo el
caballete tuve que valerme de mi hijo de 11 años, pues era evidente que
la cumbrera no hubiera resistido mi cuerpo (peso 178 libras y cuatro onzas).
La vivienda de mi madre, que en realidad es el cadáver de una casa,
tiene casi 30 años, por lo que la tabla y el guano con que fue construida
están en franco estado de descomposición.
En mi propia casa no pude clavetear los listones que atesoro desde hace años
para reforzar las puertas y ventanas, porque casi toda la madera está
podrida y, por lo tanto, no tolera ni un golpe más.
Tal es la suerte que nos toca en el trópico comunista.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|