Eudel Eduardo Cepero.
El Nuevo Herald,
octubre 1, 2002.
En la mañana del 27 de octubre de 1967, en un lugar nombrado la
Concepción, a unos 54 kilómetros de la ciudad de Bayamo, se inició
la mayor destrucción de bosques naturales de que se tengan noticias en la
historia contemporánea del archipiélago cubano.
Las palabras ese día de Castro, artífice y organizador del
proyecto, no dejan lugar a dudas de la magnitud única y ciclópea
de lo que se iniciaba: "A nuestro juicio, esta unidad de maquinaria agrícola
constituye la más grande unidad de esta índole que se haya
organizado en ningún país del mundo.''
Lamentablemente el dictador tenía razón. Tan sólo en
ese primer momento había logrado reunir más de 500 equipos
pesados, entre buldózeres, tractores de esteras, remolcadores de tanques
y otros implementos, constituidos bajo una estructura militar dirigida por
personas sin ninguna experiencia en el manejo y la explotación de los
bosques, como lo confirma el propio Castro: "Quizás lo más
revolucionario es el hecho de que esta brigada va a estar dirigida por oficiales
de nuestro Ejército Rebelde''.
Treinta y cinco años después todavía no existe una
clara idea de cuál era el objetivo que se perseguía al desbrozar
prístinos bosques de maderas preciosas, pues hasta la explicación
dada por Castro la fatídica jornada del inicio resulta imprecisa: "...es
el resultado de la magnitud de los planes que nos proponemos llevar adelante, es
el resultado de la necesidad de desbrozamiento de tierras que tiene el país...''
El impacto ambiental causado en las forestas, los suelos, la fauna y la
biodiversidad de Cuba por la brigada, bautizada con el fracasado nombre de Che
Guevara, aún están por valorarse. Pero no queda lugar a dudas de
que se barrieron valiosas extensiones de bosques naturales, pues muchas de las
propias referencias de la prensa oficial de la época lo confirman: ''El
ruido de los potentes motores de los buldózer se escucha desde prudencial
distancia, aunque no logran verse a primera vista. Debajo de grandes algarrobos,
júcaros, ceibas, palmas, etc...'' Sólo en una selva cerrada es
posible acercarse y no ver una brigada de equipos pesados trabajando.
Otro titular de Granma, publicado en noviembre de 1967, demuestra cómo
los efectos ambientales creados entonces llegan hasta la actualidad:
''Desbrozado totalmente el espeso monte de Dormitorio en la región del
Cauto''. Precisamente una de las causas de la actual catástrofe ecológica
que existe en la cuenca del río Cauto se debe a la deforestación
indiscriminada que ocasionó la brigada en esa zona.
Algo insólito, por lo absurdo fue la utilización de brigadas
de zapadores para volar los centenarios y gigantescos árboles de los
bosques naturales, sin considerar en lo más mínimo el preciado
valor de sus maderas. Según Granma, "un pelotón de zapadores
del Ejército de Oriente ha dinamitado unos 400 árboles con el
objetivo de debilitarlos, para que los remolcadores de tanques encuentren menos
resistencia''.
Precisamente la cuestión de la utilización de las maderas en
algún momento preocupó a los invasores ambientales y la solución
dada fue el llamado ''peine forestal'', el cual consistía en el
improductivo método de sacar los maderas con valor de las pilas hechas
por los buldózeres luego del desbroce. De esta forma, como es obvio, no
se sabe cuántos cientos de metros cúbicos de maderas preciosas se
desaprovecharon.
La brigada realizó desbroces forestales en todas las provincias del
país, incluida la Isla de Pinos, y se llegó hasta lo inexplicable
de arrasar con ecosistemas pantanosos del sur de La Habana y Matanzas bajo lo
que se denominó "ofensiva en el sur''.
Un cálculo aproximado, a partir de las cifras dispersas publicadas
por la prensa cubana entre los años 1967 y 1970, indica que al menos unas
180 mil hectáreas de bosques y montes fueron arrasados, la mayoría
de los cuales son en la actualidad zonas de suelos improductivos donde
arrozales, pastizales y cañaverales rivalizan por algunos de los
rendimientos más ridículos de la agricultura mundial.
Un mes después de iniciado el desastre, el periódico Granma
publicó la siguiente declaración del segundo al mando de la
brigada Che Guevara: ''Nosotros le tenemos odio al monte parado que nos
entorpece el desarrollo...'' No en balde José Martí pensaba: "Los
odiadores debieran ser declarados traidores a la república''.
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