Cinema
sincopado: ¿espacio de libertad?
Jorge Alberto Aguiar Díaz, Grupo Decoro
LA HABANA, noviembre (www.cubanet.org) - Desde hace tres meses un nuevo
proyecto recorre La Habana. Su creador, el músico Gerardo Alfonso,
comenta: "Se trata de unir, en una misma noche, a un grupo de Rock, otro de
Pop y otro de Hip Hop, el tercer sábado de cada mes. En esta ocasión
el concierto estuvo dedicado al día de la cultura nacional, 20 de
octubre. Por esa razón comenzamos con un documental sobre Ignacio Piñeiro".
El concierto en el cine Riviera, sede del proyecto, en el mismo corazón
del Vedado, reunió al grupo de Rock "Porno para Ricardo", a
Misael Caballero y su grupo, en el género Pop, y al excelente Free Hole
Negro, en la manifestación musical de Hip Hop.
"Cinema sincopado -explicó Alfonso en el teatro, a los que asistían
por primera vez- es una combinación de cine y música; espectáculo
en directo y proyecciones cinematográficas. A veces son documentales y
cada vez se toca una temática determinada".
Acto seguido, el músico legitimó con su criterio al
transgresor y provocador grupo de Rock "Porno para Ricardo": "Evidentemente,
son un renglón de la cultura nacional, y merecen un aplauso".
Los fanáticos respondieron con una cerrada ovación.
Momentos antes dicho grupo había deleitado a los presentes con sus
letras obscenas y sus chistes, en ocasiones procaces, y la alusión a las
drogas con una fuerte canción que después de interpretada, los músicos
explicaron, sarcásticamente, que se trataba de pura imaginación
porque: "En Cuba, como todos sabemos, no existe el consumo de drogas",
dijo riéndose el director de la agrupación.
En el lobby del cine se inauguró de modo informal una exposición
de pintura de los artistas Marilú Martínez Ruiz y Luis Enrique
Camejo, para cumplir con el propósito del proyecto, que es poner en juego
al mismo tiempo diversas manifestaciones artísticas.
Para asombro de los jóvenes que asistieron al cine-teatro, la función
comenzó en presencia de sólo tres policías, los que en ningún
momento asumieron poses autoritarias ni represivas. Todo lo contrario. Los policías
permanecieron como seres invisibles, e incluso uno de ellos recibió
orientación de un funcionario del cine de que expulsara del concierto a
quienes estuvieran fumando o bebiendo dentro de la sala. El policía, con
astucia profesional, dio la vuelta y no sacó a nadie de la sala.
Pero quienes sí mantuvieron una indefinible y exagerada actitud de
autoritarismo fueron los empleados del cine y los funcionarios de la
administración. No permitieron la entrada de personas con botellas de ron
ni latas de cerveza ni refresco. Y prohibieron fumar durante el concierto.
"¿Cómo es posible ver y escuchar un concierto de Rock y Hip
Hop sin fumar o tomarse un trago?" -se preguntó uno de los jóvenes
presentes en el concierto.
Otro joven expresó: "¿Usted está viendo la cara de
perro bulldog de ese tipo? ¿La manera que en que se dirige a uno? Después
dicen que los "rastafaris" somos violentos y provocadores. Pero aquí
nadie se ha metido con nadie, todo está tranquilo".
"Lo que queremos es divertirnos, pasarla bien, no buscar problemas con
nadie", dijo un roquero.
Rastafaris, roqueros, estudiantes de música, extranjeros, blancos y
negros, compartieron cada quien en su grupo y a veces entremezclándose,
durante dos horas, en total orden y sin la "siempre molesta presencia de la
'fiana'" (policía) como expresó otra joven.
"Todo en orden sin los agentes del orden", expresó un joven
de 16 años.
Si el loable empeño de Gerardo Alfonso quiere sobrevivir sin terminar
en una caricatura o en un espacio fosilizado, deben él y los
organizadores, reflexionar al respecto: los jóvenes a quienes está
dirigido "Cinema sincopado" no son los jóvenes para quienes están
diseñados los reglamentos y las instituciones.
En los sistemas totalitarios, por muy permisivas que puedan parecer en
ocasiones las autoridades, hay algo que está muy claro: las personas
deben reconocer a cada instante, directa o indirectamente, que existe un orden
establecido, que cualquier flujo o intercambio debe ser supervisado por quien
detenta el poder.
Parece una exageración, pero no lo es. Las instituciones son espacios
físicamente cerrados donde el ser humano depende de puertas, paredes,
ventanas, luces artificiales, inodoros. Una topografía que lo empequeñece
y lo sujeta a un orden. Este espacio físico es simbólicamente
rentable para la autoridad.
Sin embargo, un concierto a cielo abierto -o como se dice comúnmente,
al aire libre, y no por gusto aparece ese adjetivo- es siempre un problema para
las autoridades. La gente escapa al control directo. El espacio físico ha
borrado sus fronteras: simbólicamente puede ser un viaje al infinito.
Esto último puede ser interpretado como libertad o libre expresión;
y ya sabemos que esto es peligroso, porque es el comienzo del fin de la ideología
totalitaria.
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