Pica y se
extiende el hurto y sacrificio ilegal de ganado mayor
Víctor Rolando Arroyo, UPECI
PINAR DEL RIO, noviembre / www.cubanet.org - Una vez más, las
autoridades cubanas han reconocido que, tras un corto período de
disminución, el hurto y sacrificio ilegal de ganado mayor aumentó
en el presente año.
El hurto y sacrificio ilegal de ganado mayor es tan antiguo como la
prohibición de que el propietario de ganado sacrifique a sus animales
para consumir o vender la carne. Muchísimos cubanos han cumplido y
cumplen severas condenas por este hecho que, según fuentes bien
informadas, representa alrededor del 50 por ciento de los casos juzgados en los
tribunales del país.
El hurto y sacrificio de ganado mayor es un problema nacional. Su reducción
no se puede circunscribir a meras acciones represivas de los órganos
policiacos, pues se ha comprobado que cuando altos funcionarios declaran públicamente
la necesidad de erradicarlo y se adoptan medidas represivas para ello, se
producen acciones desatinadas, en las que muchas personas han resultado muertas
o heridas. Pero el mal no desaparece y, por el contrario, comienza una oleada
mayor de hurtos y sacrificios de ganado, con las consabidas consecuencias
negativas en el ámbito social y económico.
El gobierno de Fidel Castro no ha hurgado razonablemente en las causas del
hurto y sacrificio ilegal de ganado mayor, y se aferra a la retórica de
que se castiga "para proteger el rebaño del país".
Basta una ojeada a las estadísticas ganaderas oficiales para
comprobar que el mal manejo y la desatención del Estado a la masa
ganadera del país, tanto vacuna como caballar, ha causado más pérdidas
que la acción de los matarifes ilegales. A esto se suman los gastos por
instalaciones en desuso, pastizales perdidos y maquinaria de todo tipo que se ha
deteriorado prematuramente.
A esta conducta, de mayor gravedad e impacto negativo, el régimen no
le presta la misma atención que al fenómeno del hurto y sacrificio
ilegal de ganado.
La represión no es la solución al problema del hurto y
sacrificio ilegal de ganado, y ha sido contraproducente, pues ha generado la
desatención de la actividad más importante para ese ramo, que es
la de aumentar el rebaño y satisfacer la demanda de carne, leche y demás
derivados que necesitan los cubanos para alimentarse adecuadamente.
La irracionalidad oficial ha llegado al extremo de multar al propietario víctima
del robo o de imponer la venta forzosa de ganado a los criadores particulares
con el argumento de que su rebaño es mayor que su capacidad de atenderlo
y alimentarlo.
Tales procedimientos represivos han creado apatía hacia la crianza de
vacunos y equinos entre el campesinado cubano.
La realidad es que el rebaño vacuno cubano decrece y eso alimenta el
mercado ilegal basado en el hurto y sacrificio ilegal.
Para enfrentar el fenómeno de la matanza ilegal de ganado mayor se
podría aplicar una receta parecida a la que el propio régimen de
Fidel Castro propone para la erradicación del narcotráfico, según
la cual erradicando la demanda se acaba la producción de drogas, por lo
que en nuestro asunto se puede concluir que: erradicando la escasez de carne se
acaba el hurto y sacrificio ilegal de reses y caballos.
Al decir de innumerables especialistas y conocedores de asuntos
agropecuarios cubanos, el momento del régimen en materia de producción
de alimentos ya pasó, pues cuatro décadas de fracasos continuados
aportan un sinnúmero de ejemplos que así lo confirma.
Se necesitan cambios que estimulen la ganadería y quebranten la rígida
política feudal del gobierno cubano en asuntos de la agricultura.
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