Yahoo!, noviembre 19, 2002.
LA HABANA, 19 (AP) - Varias decenas de personas se congregaron este martes
frente a una vivienda donde la policía intentó desalojar a una
familia con residencia ilegal en la capital, un fenómeno de migración
interna creciente en la isla.
"Viva Fidel. No al desalojo", expresaba un cartel pintado frente a
la casa donde Ada Irma Fuentes y Felipe Ramírez se resistieron por
segunda vez a ser retirados por los uniformados y funcionarios de la Dirección
Provincial de la Vivienda. La primera vez fue el primero de noviembre.
"Llegaron esta mañana a las cuatro, rompieron la puerta y me
llevaron a la estación", dijo Fuentes, quien aseguró que fue
liberada tras indicársele que las dependencias gubernamentales regresarían
a hablar con ellas para "solucionar esto".
Paralelamente, relataron Fuentes y Ramírez, el camión con el
que se esperaba desalojar sus pertenencias se retiró.
Aunque insisten que los papeles de la propiedad de la casa están a
nombre de un hijo de la mujer, los dos reconocieron que no tenían su
documentos de identidad con domicilio en La Habana, sino en la oriental
provincia de Santiago.
El fenómeno de los traslados a la gran ciudad se consideró
serio especialmente a partir de la década de los 90, cuando la isla
atravesó una crisis que impactó en las provincias con falta de
empleos.
Para evitar la sobrepoblación en la capital, las autoridades cubanas
aprobaron una ley en 1997 que restringe la migración interna y la
desestimula con multas si no se justifica la estancia aquí.
El gobierno estimó que se requiere construir por lo menos 100.000
nuevas casas por año en todo el país pero el problema más
serio es el de La Habana, una ciudad con 2 millones de habitantes.
En la residencia de Fuentes y Ramírez, una humilde edificación
en tres cuartos en Altura del Diezmero a varios kilómetros del centro de
esta capital, grupos de personas gritaban el martes en contra o a favor del
retiro de estas personas. Todos daban vivas a la revolución.
El matrimonio vive allí desde hace cinco años con una nieta
pequeña.
"¿Cómo puede ser que seamos inmigrantes ilegales en nuestro
propio país?", lamentó el vecino Aramís Alarcón.
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