Adolfo Pérez
Esquivel en su laberinto
Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, noviembre / www.cubanet.org - Un artículo de Adolfo Pérez
Esquivel titulado "Las izquierdas en su laberinto" fue publicado por
el periódico cubano Juventud Rebelde el 10 de noviembre pasado. El Premio
Nobel de la Paz argentino analiza la situación de las izquierdas
latinoamericanas divididas en diversos grupos que, salvo excepciones, no
presentan un programa común movilizador de los pueblos ante una de las
crisis políticas, económicas y sociales más devastadoras
que recuerde la historia, provocada por desastrosas concepciones neoliberales.
Refiriéndose a las "cualidades de muchas llamadas izquierdas",
Pérez señala: "Sólo saben dividir y nunca aprendieron
a sumar, por lo tanto, se encuentran en serias dificultades cuando tienen que
construir espacios y políticas comunes, y terminan perdidos en su propio
laberinto de ideas, intolerancia y, peor aún, creen saber donde está
la realidad del laberinto, cuando en realidad están perdidos".
Asimismo, al evaluar a las agrupaciones de izquierda, Pérez expone: "Se
dicen de izquierda y pregonan 'la verdad', se reducen a su 'pequeña
verdad', al absolutismo e intolerancia, y de allí surge el fracaso
electoral y la falta de proyectos coherentes que permitan construir los espacios
de poder y gobernabilidad".
De estos dos párrafos puede concluirse que para el intelectual
argentino los grandes desaciertos de la izquierda latinoamericana radican en su
intolerancia y en la desacertada creencia de poseer la verdad absoluta en
tiempos que el pluralismo y el respeto a la diversidad son requerimientos básicos
para que un proyecto político pueda tener éxito.
Sobre esta base, el trabajo de Pérez brinda claves básicas
para la solución de los problemas que durante tanto tiempo han impedido
la unidad de las izquierdas latinoamericanas y su acceso al poder con
plataformas viables y coherentes que ayuden a nuestros pueblos a salir de la
exclusión, el hambre y la miseria.
Sin embargo, después de sus lúcidas apreciaciones Pérez
retoma su acostumbrada inconsecuencia de poner como ejemplo para la izquierda
latinoamericana al gobierno de Cuba, que por más de 40 años ha
sido un símbolo de la intolerancia y del fundamentalismo político,
y con su concepción totalitaria ha llevado al desastre a su pueblo y
desorientado a los pueblos de la región.
Si en algún momento el régimen cubano tuvo alguna vocación
de izquierda desde hace mucho tiempo su práctica totalitaria ha
demostrado hasta la saciedad su divorcio total de esas concepciones. La sociedad
que ha construido es cada vez más estratificada, no se premia al
ciudadano por su capacidad de crear riquezas con su trabajo sino por su
obediencia.
Por naturaleza, el socialismo tiene que desarrollar sociedades democráticas
y plurales, ajenas a supuestas verdades absolutas. En Cuba se ha implantado todo
lo contrario con los dogmas, la doble moral, el miedo y la violación de
los derechos humanos, con un estado todopoderoso por encima de la sociedad, el
cual ha convertido a los ciudadanos en meros instrumentos de sus políticas,
destinadas solamente a perpetuar al grupo que ejerce el poder.
Este panorama es conocido por los pueblos latinoamericanos, que si bien hoy
rechazan el neoliberalismo y el capitalismo salvaje que se les ha querido
imponer, también comprenden que el totalitarismo cubano constituye una
salida falsa, un remedio peor que la enfermedad.
Ahora que se vislumbra una posibilidad de recomposición de las
izquierdas en América Latina con el triunfo en Brasil del Partido de los
Trabajadores bajo la presidencia de Luiz Inacio (Lula) da Silva, debe defenderse
la democracia y la más amplia tolerancia, con justicia social y
solidaridad. El equilibrio entre estos factores es primordial.
Resulta lamentable que el ilustre pensador argentino persista en su actitud
de defender un régimen totalitario que hoy no guarda ninguna relación
con ideales que, ante todo, tienen por objetivo el fortalecimiento de la
hermandad entre los hombres. De esa forma sólo conseguirá
permanecer en su laberinto de contradicciones, contribuyendo a la confusión
de nuestros pueblos.
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