José J. Basulto.
El Nuevo Herald,
diciembre 31, 2002.
Termina otro año de nuestro exilio y esta vez en una nota de triunfo
para las fuerzas del amor y los derechos de nuestros hermanos en Cuba. El premio
Sajarov, merecidamente otorgado a Oswaldo Payá, denota el éxito
del instrumento escogido por nuestro pueblo en la isla para enfrentarse a la
dictadura: la lucha cívica no violenta.
Payá acepta dicho premio y agradece en nombre de todos, exilio también,
el reconocimiento.
Las fuerzas del odio, en Cuba, otorgan y conceden la salida a Payá
tras grandes presiones de la Unión Europea y después de percibir
las consecuencias posibles a su gobierno. Castro accede a la salida de Payá
de Cuba con un puñal clavado en su ego. La existencia de la oposición
interna en Cuba es ya una realidad irreversible internacionalmente y no algo
imputable a Estados Unidos.
La fuerza moral de los pronunciamientos de Payá ante la Unión
Europea, en nombre de todos los cubanos, adquiere una dimensión de
instrumento nuestro que trasciende con mayor poder que cualquier embargo
extranjero. Ha surgido una herramienta propia de los cubanos, ¡hay que
protegerla!
Con el premio Sajarov, Europa comienza a condicionar elocuentemente sus
relaciones con la Cuba de Castro, y Payá, junto a todo un pueblo, se
convierte en un serio candidato al premio Nobel de la paz. ¡Hay que
apoyarlo!
Con su ego herido y sus días contados, el soberbio tirano de Cuba
procede a responder al mayor desafío que ha recibido hasta la fecha, el
desafío no de la fuerza, sino de la verdad reconocida por la historia que
lo condenará. Las órdenes van a sus sicarios y agentes dentro y
fuera de Cuba de nuevamente atacar, confundir o encubrir la verdad con el uso de
las miserias humanas, hábilmente cultivadas entre nosotros por el régimen
en Cuba y, luego, transportadas también al exilio. Castro trata
nuevamente de poner hermano contra hermano con ataques a la persona de Payá,
su casa y las ideas que expone este humilde y a la vez gran cubano.
La manipulación es clara y evidente a quienes hemos sido sus víctimas
anteriormente. Qué conveniente sería para el tirano que fuera el
propio exilio quien ultimara a Payá. Esta sería su oportunidad
para matar dos pájaros de un tiro: al exilio y a la persona de Payá.
Los agentes de Castro nos pusieron el termómetro, en forma de la bandera
de Alpha 66, en la propia casa de Payá. El rechazo del exilio ante esta
acción está todavía por ser adecuadamente expresado.
Nuestro protagonismo y diferencias internas, como de costumbre, han tomado
prioridad.
Los voceros del odio y la venganza con su instrumento favorito, la violencia
verbal, a través de la radio de Miami, de nuevo asisten al tirano con su
acostumbrada virulencia, aprendida en Cuba, y desenfocan nuestra lucha, al
convertir a Payá en el blanco de sus ataques, dejando a Castro a un lado.
Esto nos llama a reflexión y a un mejor escrutinio de quienes
pretenden ser nuestros orientadores. No olvidemos, al escucharles, preguntarnos:
¿quién se beneficia más con su retórica de odio? El
odio es mal consejero, tanto allá, como aquí. Los mecanismos de
manipulación son los mismos, quienes pretenden usarnos nuevamente también
lo son y los métodos no han cambiado. No caigamos en la trampa siguiendo
los consejos de quienes no han producido por años nada más que
palabras y división.
Unámosnos en oración en estas Navidades para pedir a Dios que
efectúe el cambio necesario en nuestras mentes y corazones para lograr
actitudes nuevas y positivas entre todos los cubanos.
Que nos haga emprender debidamente un futuro mejor para todos, un proyecto
nacional que no se estanque en el pasado y en todo lo malo aprendido durante los
años de sobrevivencia ante el régimen.
Que nos permita trascender, con amor entre hermanos, a una Cuba con espacio
para todos los cubanos. |