¿Qué
tal de Navidad?
Claudia Márquez Linares, Grupo Decoro
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - Los villancicos y el ambiente
festivo estaban ausentes de la radio y la televisión nacionales. María
Matos, vecina del municipio Cerro, se pregunta qué va a cocinar por estos
días. Sentada en su sillón de madera, la mirada perdida en el
abismo de sus pensamientos. De repente despierta y pregunta: ¿Qué
vamos a comer en Navidad?
"Los fríjoles negros que nos vendieron por la libreta de
racionamiento no sirven para nada, y los huevos nos los comimos en tres días",
afirma mientras pela unas yucas que le regalaron sus amigos del agromercado. María
trabaja limpiando pisos en una empresa de su barrio, pero los 130 pesos que gana
al mes (cinco dólares) no le alcanzan. Tiene tres hijos, dos mayores de
edad y uno de 14 años, que es retrasado mental. María cuenta cómo
antes del triunfo de la revolución su madre compraba pavo y turrones para
celebrar la Nochebuena. "Antes eso formaba parte de la tradición.
Ahora, el que no tenga dólares no puede hacer nada".
Para María Matos la Navidad transcurrió como otro día
cualquiera. Desde hace más de cuatro décadas su familia tuvo que
adaptarse a los cambios que hubo en la sociedad cubana. No les quedó otra
opción que rezar en silencio cada noche y recordar que antes del año
1959 los cubanos celebraban la Nochebuena y la Navidad desde el Cabo San Antonio
hasta la Punta de Maisí.
Afortunadamente, desde el año 1995 del pasado siglo, el estado cubano
decretó el 25 de diciembre como día feriado, y aumentó
vertiginosamente la venta de árboles navideños en las tiendas
recaudadoras de divisas. Lo difícil ahora es comprar un árbol,
pues éstos se venden en dólares.
María es negra y tiene más de 50 años. Ya no podrá
encontrar un trabajo en el sector turístico que le permita obtener dólares.
María no cuenta con familiares exiliados que le envíen dinero para
comprar zapatos a su hijo menor, comida o un árbol de Navidad.
Según los datos oficiales, entre el 30 y el 40 por ciento de los
cubanos blancos reciben remesas del exterior, y sólo entre el 5 y el 10
por ciento de la población negra puede contar con la ayuda de sus
familiares que residen en el extranjero.
María Matos sólo piensa en la comida. Lo mismo le ocurre al 90
por ciento de las mujeres cubanas. Las campanas de la iglesia repicaban
alegremente por el nacimiento del Niño Jesús, mientras la nieta de
María, de tres meses, raspaba el plato plástico y pedía más
yuca, porque tenía hambre.
Mantener la fe en que vendrán tiempos mejores, fue la mejor Navidad
para María. Ella anhela que su salario le alcance algún día
para alimentar a su familia. Y afirma que "cuando se caiga esto todo va a
ser mejor".
Con la jaba de los mandados vacía caminaba María por las
calles del Cerro mientras los vecinos le gritaban: ¡FELICIDADES! Con su
paso apurado y su pequeñez parecía una niña en busca de su
regalo más preciado: encontrar algo para cocinar, entre las sobras de
viandas de sus amigos del Agromercado.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|