De la sala
oscura a la ciudad a oscuras
Tamina S. Cué, Grupo Decoro
LA HABANA, diciembre(www.cubanet.org) - Bajo la influencia de lo que pronto
será el húmedo invierno en la ciudad, y con el decorado de un
paisaje literalmente oscurecido por una racha de cortes eléctricos
(apagones) provocados, según la prensa oficial, por una avería en
el sistema electroenergético nacional, tuvo lugar en La Habana, del 3 al
13 de diciembre últimos, el 24to. Festival Internacional del Nuevo Cine
Latinoamericano: evento harto esperado durante el resto del año por el
numeroso pero más bien inactivo público cinéfilo de la
capital cubana.
La inauguración estuvo a cargo del presidente tradicional del
certamen, Sr. Alfredo Guevara, quien la noche del martes 3 pronunció las
palabras de apertura en el Teatro Karl Marx de La Habana. Fue el suyo un
discurso evocativo de las tres últimas décadas de lo que definiera
como un "compromiso para con nuestros pueblos, en defensa de identidad y
libertades", cuando "la ética precedió a la estética"
y "presentíamos a Che como símbolo y el nacimiento de una
nueva época para América Latina".
Tras la presentación del director mexicano Carlos Carrera y de su
compatriota la actriz Ana Claudia Talancón, se proyectó el filme
en concurso de este realizador ("El crimen del padre Amaro"); hecho
que, según comentarios extraoficiales de la prensa local, no tuvo una
recepción positiva por parte de la Iglesia Cubana.
Esta 24ta. Edición se desarrolló en 23 cines y 8 salas de
video habaneras, con sedes secundarias en 8 capitales provinciales: si bien en
estas últimas la oferta fue por lo general pobre y el ambiente muy poco "festivalero.
Se concursó en los géneros de Ficción (41 obras de 9 países),
Ópera Prima (17/9), Documental (31/12), Animación (27/8), Carteles
(17/9) y Guión Inédito (134/11), y en total pasaron por la
pantalla grande más de 500 tandas entre títulos en concurso y
materiales exhibidos en las muestras no competitivas.
Decenas de agencias de prensa acreditaron a reporteros especiales para el
certamen, durante el cual, por la parte cubana, se editó un modesto boletín
titulado Diario del Festival, pues los periódicos nacionales no disponen
de espacio para recrear la atmósfera cinemaníaca del Festival, y
menos para cubrir a plenitud cada suceso, cada opinión de protagonistas y
espectadores, ni tampoco dar cabida al tan enjundioso programa de exhibición.
Sin embargo, con excepciones entendibles por motivos temáticos
(filmes precedidos por el halo de lo habitualmente prohibido en Cuba: sexo sin
tapujos, homoerotismo, violencia descarnada, y asuntos políticos como la
emigración local hacia Estados Unidos), la asistencia de público
propinó una desagradable sorpresa al Comité Organizador, que
anunció se superarían los 670 000 espectadores logrados en
diciembre de 200l, cuando la realidad fue bien diferente: en todo el país
ni siquiera se alcanzó la mitad de la cifra supuesta, estimándose
oficialmente una asistencia total de 317 059 personas.
Paradójicamente, tal descalabro lejos de quitar lustre humanizó
la imagen social del evento, pues por primera vez en años fue posible, en
los grandes cines, comprar los boletos y entrar directamente a la sala a
oscuras, sin pasar por el trago amargo de las dilatadas filas de más de
una manzana de largo, ni por entre los peligrosos apiñamientos que, en
ediciones anteriores, han concluido en riñas tumultuarias, vidrieras
rotas, y hasta la intervención policial.
Otra práctica muy difundida entre los cinéfilos más jóvenes,
la falsificación de credenciales oficiales de libre acceso, este año
se vio restringida por las características físicas de las mismas,
cuyo sello seco impedía la duplicación por medios ordinarios de
oficina, que es el recurso más usual. La imprevista ocurrencia de
apagones en muchas barriadas de la ciudad (cines incluidos: Los Ángeles y
Mara, por ejemplo), sumado a un transporte urbano que mal sobrelleva la crisis
económica interna, ciertamente contribuyeron a desangrar la asistencia
masiva del gran público al Festival.
Fuera de competencia se exhibieron muestras de cine independiente
norteamericano (23 obras), español (20), canadiense (18), italiano (8),
alemán (7) y noruego (7); así como varios cortos premiados en
Oberhausen (Alemania), realizaciones de cineastas hispanos que laboran en
Estados Unidos, materiales filmados en Cuba por directores foráneos, y
una muestra producida por Canal + (España), entre otras opciones, como
las interesantísimas retrospectivas por el centenario de la cinematografía
chilena y el medio siglo de la francesa (Cahiers du Cinéma).
El Primer Premio Coral tuvo la peculiaridad de ser compartido entre los
filmes "Ciudad de Dios" (Dir.: Fernando Mirelles, Brasil) y "Tan
de repente" (Dir.: Diego Lerman, Argentina); resultado que de algún
modo encarna la distribución geográfica de los más de 50
premios y menciones concedidos en esta edición, donde Brasil y Argentina
monopolizaron no sólo la atención de los jurados sino también
la del público general, quien votó para que el Premio de la
Popularidad recayera, en este orden, sobre "Tolerancia" (Dir.: Carlos
Gerbase, Brasil), "Apasionados" (Dir.: Juan José Jusid,
Argentina), y "El crimen del padre Amaro" (Dir.: Carlos Carrera, México).
Respecto a México (acaso el gran perdedor de las tres potencias fílmicas
latinoamericanas), la controvertida cinta de Carrera también se agenció
el Premio Coral de Guión (a Vicente Leñero), mientras que, por su
parte, el Primer Premio Coral de Documental iba a parar a manos de Lourdes
Portillo (por "Señorita extraviada"), el Coral Ópera
Prima le era concedido a "Japón" (Dir.: Carlos Reygadas), y el
Premio de SIGNIS era para "La milpa" (Dir.: Patricia Riggen). Un
sorpresivo vacío se abrió sobre "La virgen de la lujuria",
filme del prestigioso Arturo Ripstein, que no tuvo mayor suerte en esta lid
habanera, con comentarios poco favorables en las reseñas críticas
publicadas y una gélida reacción del público en sala.
Los realizadores cubanos protagonizaron un fiasco involuntario al no
conseguir a tiempo dejar listos para proyección sus filmes "Suite
Habana" de Fernando Pérez, "Aunque estés lejos" de
Juan Carlos Tabío, "Más vampiros en La Habana" de Juan
Padrón, "Roble de Olor" de Rigoberto López y "Entre
Ciclones" de Enrique Colina. Así, Cuba tuvo que conformarse apenas
con un Segundo Premio Coral de Animación, y sendas menciones en
Documental y Cortometraje de Ficción.
Según fue acercándose la noche del viernes 13, una masa de
aire frío se apoderó del clima de la ciudad, encapotando su cielo
con una brisa cortante y frecuentes lloviznas. Los apagones nunca franquearon,
como era de suponer, las puertas del Salón Taganana del Hotel Nacional
(cuartel general de los organizadores), pero en el resto de la urbe tan sólo
amainaron hacia el final del evento. La Habana vivió así noches
sin estrellas arriba pero repletas de otras luminarias a ras de su literalmente
oscurecido paisaje, tanto en la pantalla grande como en sus espacios públicos,
donde pudo verse, entre otros, a Harry Belafonte, Federico Luppi, Matt Dillon,
Danny Glover, Marisa Tomei, Julie Taymor, Adolfo Aristaraín, Luis Eduardo
Aute y hasta el Premio Nóbel de Literatura Gabriel García Márquez.
Fueron diez días durante los cuales los espectadores recorrieron cine
tras cine, acaso con la impresión de nunca abandonar del todo la cóncava
sala a oscuras de la noche urbana de La Habana en apagón. Pero fueron,
también, diez días vividos con la certeza de asistir a una fiesta
del celuloide diseñada, casi como válvula de escape, para el cinéfilo
público habanero que, durante el resto del año, no dispondrá
de otra ventana tan amplia como la que, de diciembre en diciembre, le abre al
resto del mundo el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.
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