Septiembre
cercano
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, agosto (www.cubanet.org) - Nadie se asombre si, a las diez de la
noche de este agosto cubano de más de treinta grados centígrados a
la sombra, cualquier compatriota masculla entre dientes su deseo de ver llegar
septiembre aún cuando ese mes traiga a la memoria el recuerdo de la
tragedia del World Trade Center.
Septiembre se aproxima y los cubanos le esperan maldiciendo el calor y
ocupados en sus trajines, algunos de los cuales se relacionan con el inicio del
próximo curso escolar. Toda Cuba se verá involucrada en este
evento en apenas unos días, el que siempre hace meditar en las luces y
sombras de la instrucción pública tras cuarenta años de
gobierno de Fidel Castro.
Quizás parezca prematuro pensar sobre el inicio de las clases en
todos los centros educacionales del país. Cualquiera diría que
después de tan proclamados logros en la educación cubana ya ni sería
noticia. Pero ojo atento. Si por un lado la isla ha superado los 600 mil
graduados universitarios, más de uno por cada veinte habitantes, por el
otro las estadísticas oficiales no callan acerca de ciertas sombras sobre
las que la prensa oficiosa no arroja debida luz.
Más de 600 mil universitarios no ocultan que, a cuarenta años
de gobierno de Fidel Castro, el 46 por ciento de los trabajadores reportados a
fines de 2000 no había rebasado el noveno grado de escolaridad, mientras
sólo el 16 por ciento contaba con instrucción primaria o menos.
Si se analiza por territorios, existen provincias donde más del 50
por ciento de los trabajadores no supera la enseñanza secundaria
elemental y más del 20 por ciento sólo se ha graduado de instrucción
primaria, o ni siquiera esto.
Si a todo ello se suma que la población mayor de 60 años
representa el 14 por ciento de la total, y que por razones históricas
puede estimarse a la misma como de nivel similar al de esos trabajadores de baja
instrucción respecto a las posibilidades reales de estudiar existentes en
Cuba, puede concluirse que más del 30 por ciento de la población
total de la isla califica como analfabeta funcional, a tenor de las realidades
del mundo de hoy.
Las luces de la instrucción pública cubana no se discuten. Sus
sombras, presentes en estadísticas como las apuntadas, pudieran hacer del
cercano septiembre una buena oportunidad para meditar sobre esos contrastes,
tanto en términos sociológicos como políticos. Sin dudas,
esos por cientos contribuyen a explicar muchas conductas de un cubano de a pie
lastrado por el peso de semejante inercia social. Entre esas conductas están
desde la violencia intrafamiliar hasta las complicidades con el régimen
unipartidista vigente en Cuba.
Más de un analista ha señalado en la población de Cuba
un expreso miedo al cambio económico, político y social de
cualquier género que sea. Pues bien, las cifras, reveladoras del
verdadero nivel de competitividad de la fuerza laboral cubana, ofrecen al menos
uno de los motivos de ese temor a nuevos escenarios.
Septiembre se aproxima. Ya en la calle circulan las anécdotas acerca
del contrabando de uniformes escolares, que narran cómo esas prendas de
vestir cuya venta es racionada se comercian a varias veces por encima de su
precio oficial. Nadie se explica cómo es posible. O quizás nadie
quiere explicarlo, pero todos saben que ocurre.
No obstante, quede en pie la invitación. Asúmase el reto de
descubrir esa Cuba que se presenta de manera sorprendente como más o
menos analfabeta funcional, y a partir de la terquedad de los hechos derríbese
a la mitología social isleña, según la cual el país
parece tierra de sabios aunque la mala ortografía haya sido declarada
casi un problema de Estado.
Septiembre cercano es buena oportunidad. Quiera Dios que se aproveche.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|