¿Cómo
salvar los dientes en Cuba?
Armando Soler
LA HABANA, agosto (www.cubanet.org) - Uno penetra por la puerta de la clínica
estomatológica. No tiene turno, pero esto no le preocupa. No tuvo que "marcar"
en la cola a las doce de la noche. No pasó la mala madrugada esperando
para que luego le dijeran: "Sólo se darán veinte turnos",
quedando fuera, o "Se rompió el compresor", quedando todos
fuera. Nada de eso. Cuando llega apenas espera, es muy probable que vaya directo
al sillón donde un especialista muy atento y eficiente le anunciará
que tiene "material de afuera". Uno se sentirá todo lo relajado
que permite una poltrona de dentista. Al menos no perderá el tiempo. Y si
hay dolor no faltará la anestesia, que normalmente escasea. Todo esto
gracias a un animal de la fauna cubana, cuya piel a todos les gusta acariciar:
el dinero, principalmente el dólar estadounidense.
Los servicios estomatológicos de la capital están permeados
del factor metálico. Una fuente involucrada en estos manejos asegura que
entre el 10 y el 15 por ciento de los pacientes que acuden a la clínica
donde trabaja pagan por el servicio.
Podría parecer poco, pero significa una anómala y creciente
cantidad en el otrora "igualitarismo". A mayor deterioro del monopolio
estatal del sistema de salud, poseer dinero facilita esos servicios porque los
profesionales del ramo son aplastados por la misma represión económica
que ahoga a todos los cubanos.
Los especialistas en estomatología laboran en locales deteriorados,
con medios gastados, aparatos, instrumentos y materiales de pésima
calidad, recibiendo salarios que se vuelven agua al chocar con el alto costo de
la vida, por lo que tienden a vender el maltrecho servicio gratuito. Aunque esta
prestación clandestina no es anunciada, nunca falta quien se conecte con
ella.
A tal punto llega este mercado que muchos cubanos residentes en el
extranjero prefieren arreglarse la boca en Cuba. Algunos incluso traen
materiales de primera calidad para ello. El tratamiento completo para sus piezas
les sale muy barato, dicen que el diez por ciento de lo que le costaría
en Estados Unidos de América. Este servicio incluye a los familiares que
residen en la isla, por lo que los estomatólogos dedicados a él se
crean una clientela de élite que ya no está compuesta únicamente
por los funcionarios y su gente.
Para el que no tiene dólares o pesos en grandes cantidades queda el
servicio público. Claro, además de los dólares y los pesos
también estos especialistas aceptan el pago en especie. Es normal la
tarifa de empaste por dólar, que es lo mismo que 26 pesos al cambio
vigente. Barato, si se compara con otras partes del mundo. Abismal, si se mira
al cubano que vaga por el erial castrista.
El cobro de los servicios estomatológicos en establecimientos
estatales no parece tener marcha atrás porque la tentación es
mucha. Sufrimos los avatares de una especie malévola de economía
de mercado, pero sin sus múltiples oportunidades y beneficios. Por tanto,
poco a poco, la mayoría nos iremos quedando sin sonrisas de conformidad.
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