Mauricio Vicent | La Habana.
El País. Domingo, 4 de marzo de 2001
La iniciativa privada en Cuba sigue dando traspiés. Según los últimos
datos oficiales, la cantidad de personas que ejercen el trabajo por cuenta
propia en la isla ha decrecido en los últimos tres años a un ritmo
de 600 al mes; de los 200.000 cubanos que llegaron a tener licencia para
ejercer este tipo de trabajo privado en 1996 -su momento de mayor esplendor-,
hoy sólo quedan 151.000, contando los taxistas particulares y los
arrendadores de cuartos y viviendas.
Las autoridades afirman que este fenómeno no se debe a ninguna política
de acoso, sino al 'proceso natural' de cierre de muchos negocios personales
debido a la falta de competitividad y a la mejora de la oferta del sector
estatal. Por su parte, los trabajadores por cuenta propia -los cuentapropistas
en el argot popular cubano- aseguran que las causas son los altos impuestos que
deben pagar y más aún la falta de voluntad del Estado de
desarrollar esta modalidad de trabajo privado.
En abril de 1998, 170.000 personas ejercían las 157 profesiones
autorizadas, que incluyen trabajos tan peculiares como productor-vendedor de piñatas
y otros artículos similares para cumpleaños infantiles,
trasquilador o reparador de fosforeras (mecheros). Hoy la cifra apenas supera
los 150.000 (en el sector estatal trabajan 3.500.000 personas), según los
datos suministrados recientemente por el ministro cubano de Economía,
José Luis Rodríguez.
'El trabajo por cuenta propia se encuentra en una fase de estabilización.
No ha crecido, pero tampoco hay una disminución aguda', dijo Rodríguez
recientemente en un encuentro con periodistas extranjeros. El ministro aseguró
que no es política del Gobierno cubano 'acabar' con el cuentapropismo;
'de ser así -dijo-, no lo hubiésemos autorizado y lo hubiéramos
ampliado después a otras profesiones, como los taxistas y los
arrendadores de casas'.
El permiso permanente
Rodríguez fue claro: admitió que su Gobierno no concibe 'el
desarrollo del país en base a la iniciativa privada y el trabajo por
cuenta propia', pero fue tajante al asegurar la medida de autorizar el trabajo
privado: 'No es coyuntural ni provisional'. En otras palabras, que no tiene
marcha atrás. Las autoridades aseguran que el trabajo por cuenta propia sólo
aporta un 1% a la economía nacional y enfatizan que el Gobierno no
acorrala a los cuentapropistas, sino que simplemente persigue las ilegalidades
que se cometen en este sector, como en cualquier otro. Pero, ciertamente, las
infracciones de los trabajadores por cuenta propia son seguidas con lupa...
En septiembre del año pasado se celebró en La Habana una reunión
gubernamental para analizar la marcha del trabajo por cuenta propia. En ésta,
el ministro de Trabajo y Seguridad Social, Alfredo Morales, reveló que
se habían realizado más de 300.000 inspecciones en todo el país,
detectándose 32.000 contravenciones, por las que se impusieron 13.000
multas por valor de 11.482.000 pesos.
Un dato significativo es que de 600 paladares (los restaurantes privados,
cuyo nombre procede de una telenovela brasileña) que llegó a haber
en La Habana hace unos años -los dueños de estos establecimientos
pagan como media de impuestos 800 dólares al mes-, hoy quedan poco más
de 200. 'Es cierto que a medida que Cuba va saliendo de la crisis, el Estado
puede brindar más oferta y competir con los paladares', admite un
cuentapropista. Pero advierte: 'Ahí está el riesgo. ¿Qué
pasará si la economía va mejor? ¿No tendrá el
Gobierno la tentación de que desaparezcamos, ya que somos vistos como un
germen del capitalismo?'. El ministro José Luis Rodríguez
respondió así a la inquietud: el Gobierno cubano no está
por estimular la iniciativa privada -'no creemos que es lo que va a resolver
los problemas que tiene Cuba'-, pero tampoco piensa acabar con ella.
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