Testimonio
de un ciego torturado por la policía política cubana
CIEGO DE AVILA, 16 de abril (Juan Carlos González Leyva, FCDH) - Mi
nombre es Juan Carlos González Leyva, soy el actual presidente de la
Fundación Cubana de Derechos Humanos (FCDH) y delegado nacional de la
Fraternidad de Ciegos Independientes de Cuba (FRACIC). Ambas instituciones
tienen su sede en mi vivienda, ubicada en Honorato del Castillo #154 entre República
y Cuba, Ciudad de Ciego de Avila. Soy ciego.
Por medio de CubaNet quiero dar a conocer al mundo que, contrariamente a lo
que expresan los dirigentes comunistas en sus discursos, en Cuba sí hay
torturados.
El viernes 13 de abril Marcelo Tier Piñeiro (delegado provincial del
Partido Solidaridad Democrática en Sancti Spíritus) y yo visitamos
a diferentes disidentes en Jatibonico a quienes le recogimos firmas para el
Proyecto Varela.
Los vecinos del lugar nos avisaron que nos seguían dos automóviles
marca Lada (de fabricación soviética) llenos de agentes de la
Seguridad del Estado.
A las tres de la tarde, un Lada de color rojo (según me dijeron después)
casi nos atropella y sus cuatro tripulantes nos asaltaron a puñetazos y
patadas. Me arrancaron el bastón de la mano, los espejuelos oscuros
volaron por el aire y se apoderaron de mi portafolio y todas mis pertenencias.
Después, nos arrastraron hacia el carro y nos metieron dentro de él
a la fuerza.
-Dale rápido -le dijeron los agentes al chofer del auto.
Cuando el auto se alejaba del lugar oí voces de vecinos que le
gritaban a los de la policía política: ¡Asesinos! ¡Esbirros!
¡Secuestradores!
Durante el viaje, uno de los oficiales golpeaba a Marcelo mientras otros dos
le aguantaban las manos y los pies y lo mantenían inmovilizado en el piso
del auto en la parte de atrás.
Ante semejante trato cruel grité: ¡Basta de abuso! Pero no pude
decir más, porque un puñetazo en la boca, varias patadas en la
cara de un pie descalzo y un golpe de puño en mis costillas me dejó
sin habla. Luego, apenas sentí la andanada de golpes que me cayó
arriba durante varios minutos.
Posteriormente, sentí que lanzaron a Marcelo en un terraplén,
que supe después está situado a dos kilómetros de la
Carretera Central en un punto cercano a la división entre Ciego de Avila
y Sancti Spíritus.
A mí me llevaron hasta las cercanías de Río Grande, en
el límite de los municipios Majagua y Florencia. Durante el trayecto
también me acusaron de ser agente de la CIA, asalariado del imperialismo
yanqui, homosexual y ladrón, entre otras mentiras.
Detuvieron el auto, me arrastraron en un cañaveral donde me dejaron
boca arriba. Allí quedé totalmente desamparado, sin bastón.
-Déjalo ahí, que se joda -dijo uno de los policías.
Allí estuve una hora aproximadamente y, no sé por qué,
me vino a la mente el sufrimiento de Jesucristo en la cruz.
Al cabo de ese tiempo, sentí un camión que se acercó a
donde yo estaba tendido en la tierra. Y entre varias voces una expresó: -¡Está
ahí, todavía está vivo, respira!
-¡Si está vivo, entonces vamos a montarlo en el camión!
-dijo otro.
Acto seguido me cargaron y me trasladaron en ese carro para el puesto médico
del poblado de Marroquí, municipio Florencia, en Ciego de Avila.
Una vez allí, el jefe del sector de la Policía Nacional
Revolucionaria me interrogó pero no me entregaron el certificado médico
que solicité.
A Marcelo Tier Piñeiro le fracturaron varias costillas y le duele
todo el cuerpo a consecuencia de los golpes y patadas que le propinaron.
Entre las pertenencias que me quitaron los agentes de la Seguridad del
Estado (DSE) está mi bastón de ciego -el tercero que me quitan los
del DSE-, los espejuelos oscuros, el Libro de Job en braille, mi portafolios,
dos directorios en braille, un curso de idioma italiano en braille, un vaso, una
cuchara, diez dólares, toda la documentación referente al Proyecto
Varela y más de 40 planillas de recogidas de firmas.
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